Por: Agustín Barba (*)
En este nuevo escenario, el espacio físico contribuye a lograr algunos objetivos sustanciales para la vida profesional. Son muchos los recursos y estrategias para aprovechar el espacio físico y comunicar de manera asertiva, creativa y efectiva. Puede ser un vinilo en el suelo, en las paredes, un cartel en la cocina; un señalizador de pasillo; objetos que cuelgan del techo, un bastidor. Una situación que genera un recuerdo, una persistencia en la gente; una taza decorada; un escritorio coloreado con una consigna. A veces, también, se convoca a un actor o influencer a repetir su dinámica adaptada con información relevante para la empresa.
Ambientaciones con sentido
Por supuesto, ninguna transformación es porque sí. Antes de hacer cualquier cambio, es necesario un diagnóstico para adaptar los mensajes a la estructura de cada oficina o edificio. Así creamos y encontramos los mejores espacios para comunicar: es como descubrir el lugar más adecuado donde plantar una semilla. Entre otros resultados, se tienen en cuenta las circunstancias de la gente y en dónde, por ejemplo, se detiene más tiempo un grupo. En los pasillos, donde suele estar la máquina de café, los baños o los comedores se puede apelar a una campaña con mayor contenido. En otros lugares, en cambio, es mejor dar un mensaje ágil, de lectura más rápida. El equilibrio es importante: hay que tratar de no saturar visualmente y lograr una coherencia estética. Se pueden señalizar los espacios con colores para identificar las diferentes áreas. Los orientadores están pensados para las visitas pero más que nada para quienes trabajan diariamente en la empresa. De esta manera se evita la proliferación de carteles de diferentes colores y estilos, y se trabaja en la construcción de un entorno armónico y agradable.
Recursos y propósitos
Cuando se trata de activaciones o intervenciones no hay techo, casi todo se puede hacer y sin tirar ninguna pared abajo ni entrar en obra. Depende de la creatividad y del propósito: lo ambiental comunica, decora y genera sentido de pertenencia. En alguna campaña hemos preparado un desayuno, ambientamos con globos o guirnaldas y preparamos un rincón para que la gente se saque fotos y selfies. Creamos la escena. Una vez, para el aniversario de 20 años de una empresa, armamos un museo con los elementos representativos que les pedimos a los colaboradores: su primer recibo de sueldo, una lapicera, un calendario. Los exhibimos en una vitrina como si fueran joyas que relataban la historia de la compañía en una línea de tiempo. El objetivo siempre es que el mensaje llegue de una manera distinta, poco convencional, que quede grabado y asociado a esa experiencia o evento. Las personas van todos los días a trabajar y siguen la misma rutina, al cambiar el escenario y proponer un plan diferente, generás un cambio y una recordación que moviliza.
(*) Socio de BW Comunicación Interna y líder del área de Atmósfera.
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