Énfasis Logística entrevistó a Laurent Riesen, Managing Director South East Cluster en Kuehne+Nagel, quien brindó un panorama de la logística en el Cono Sur y de lo que representa esta situación para Argentina.
«Los últimos años fueron muy disruptivos en general en la logística y hemos tenido desafíos de varios colores. El impacto fuerte de la pandemia generó en sí un descontrol por varias razones. Ya sea por la abrupta disminución del consumo, y con eso también las navieras y las aerolíneas empezaron obviamente a reducir sus capacidades. De ahí vinieron nuevamente las faltas de equipos y después la pandemia seguía y mientras seguía también cambió un poco la forma de consumo. Después vino la pandemia en sí, con sus factores, tuvimos el lock down en China, bastante alargado, el tema del Canal de Suez, que también fue un impacto fuerte, y toda la ineficiencia en general que hasta el día de hoy existe y sigue afectando la logística en el mundo».
¿Qué representa esta situación para Argentina?
«Somos el último puerto de la rotación entre los barcos, tenemos un calado más bajo que toda la costa. Este calado también trae sus limitaciones. Siendo el último puerto de la rotación empezamos a tener una necesidad de recuperar tiempos dentro del Schedule del barco, somos uno de los puertos en el que más fácil es tal vez hacer una omisión y eso genera un “bottle neck”. Un “bottle neck” en el sentido de que hay cargas que obviamente tenían que bajar y que las bajan en otros puertos, la carga que iba a salir no puede salir, por lo cual se juntan cargas y después se arma una reducción artificial de falta de espacio. Eso seguramente es hoy, en cuanto a lo marítimo, uno de los mayores desafíos que tenemos».
¿Cuáles son los principales desafíos de la logística en el Cono Sur?
«Creo que existe todavía esta ineficiencia, como mencionaba anteriormente. Obviamente también hay mucha incertidumbre de lo que pase en el mundo, la recesión, las guerras, posibles brotes de COVID, etc. Creo que la recesión es algo que va a afectar automáticamente el tema del flujo de carga y las capacidades. Otro desafío es que, para el 2050, las navieras tienen la necesidad de bajar la emisión de carbón, the carbon footprint, en un 70% y eso conlleva varias acciones. Vamos a ver barcos que van a salir de la circulación y van a tener que hacer ajustes en la parte técnica para poder cargar tal vez fuel un poco más verde».
«Las navieras tendrán la necesidad de mostrar con sus actividades que realmente lo están bajando, si no lo hacen a través de las modificaciones del uso del combustible van a tener que reducir la velocidad de los barcos y con eso se va a alargar de vuelta el transit time y el lead time. Al final todo eso se traspasa y se traduce en costos adicionales».
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Marcela Vincenti
