Hoy en día Mercosur, NAFTA, UE y los países de la ASEAN (+ China, India y Japón) acaparan más del 60% del total de nuestras exportaciones, y Chile, junto al MAGREB y Medio Oriente acaparan otro 15%. El aproximadamente 20% restante se divide en lo que denominaríamos «Resto de los países», considerando que Argentina exportó alrededor de us$ 85.000.- millones en 2012, se puede deducir que aproximadamente us$ 17.000.- millones se reparten en aproximadamente una cuarentena de países, lo que nos da un promedio de u$s 425 millones por año/país. Claramente no es posible determinar a ciencia cierta que este monto es aplicable en forma taxativa a cada país del «resto» en forma proporcional, pero resulta evidente que el intercambio con este grupo de países es realmente insignificante, llegando a un nivel de exportaciones/mes de unos us$ 33 millones.
Para confirmar este tópico, enunciaré algunos países que están dentro del «resto» y el lector podrá confirmar que, números más números menos, esta regla es prácticamente aplicable a todos ellos: Ecuador, Colombia, Venezuela, Perú, Panamá, Nicaragua, Honduras, Angola, Sudáfrica, Nigeria, Cuba, El Salvador, Guatemala, Costa Rica, Rusia, Australia, Nueva Zelanda, Etiopía entre otros.
TODO POR CRECER
Aunque no parezca este dato es doblemente alentador. Los países de América Latina siguen exportando a los países desarrollados productos básicos, mientras que sus manufacturas, como categoría de «exportaciones no tradicionales», se enfocan principalmente a los mercados regionales o al comercio intrazona. Argentina parece confirmar este análisis. En líneas generales, los coeficientes de las exportaciones a América Latina y al mencionado grupo de países del «resto» son positivos para todos los grupos de pro¬ductos con valor agregado, aunque es considerablemente menor en los bienes básicos sin elaborar.
En conclusión, el doble optimismo esta relacionado con que: 1) Argentina tiene potencialidad para vender productos con valor agregado en los mercados mencionados (incluso generando transferencia de tecnología y servicios de post-ventas), ya que es perfectible el monto y la cantidad exportada hacia estos países, que están muy lejos de una «saturación de mercado» y 2) que nos encontramos en su gran mayoría con mercados demandantes de los productos que los empresarios argentinos pueden producir con buenos niveles de cantidad y calidad, además de productos de nivel primario y MOA`s (manufacturas de origen agropecuario).
Pues, en este caso, optimismo no se relaciona con cosa juzgada. Haciendo un rápido paneo de los países agrupados en «el resto» podemos destacar que:
a) Con algunos de ellos, o bien a través del Mercosur, ALADI o de modo bilateral, nuestro país tiene acuerdos de cooperación económica.
b) Con la mayoría de ellos la balanza es superavitaria, pero los niveles de intercambio, como fue mencionado anteriormente, son pobres.
c) Casi en la totalidad de estos países, la presencia argentina en promoción a las exportaciones, la generación de misiones comerciales o la representación en ferias es prácticamente nula o, de existir, es discontinuada y con una falta total de previsión hacia el crecimiento y continuidad de las acciones.
d) No son destinos hacia los cuales el grueso de los empresarios argentinos tengan como prioritario para sus exportaciones (ya sea por apertura de nuevos mercados, o bien para iniciar la experiencia exportadora, excepto el caso de Bolivia)
e) El nivel de información existente en los organismos locales sobre estos mercados (productos demandados, oportunidades de negocios, embajadas o agregadurías comerciales, características del mercado, etc.) es insignificante.
f) La presencia de representantes externos en nuestro país, ya sea embajadas, agregados comerciales, etc., tampoco es relevante en la gran mayoría de los casos
MERCADOS APTOS PARA PYMES
Párrafo aparte merece, en éste contexto, el nivel de participación empresario en el total de las exportaciones argentinas; desde diversos escritos se asegura que existe un incremento de la participación de las PyMes en la exportación. Más aún las PyMes exportadoras son escasas (de un total de aproximadamente 10.000 empresas que podemos ubicar en ese sector económico, no más de 700 exportan con cierta regularidad e importancia) y del volumen total de ventas externas, su participación araña el 5%. Aquí, el objetivo de ingresar en estos mercados internacionales se refuerza, dado que las PyMes exportan los productos que generan efectos multiplicadores en la economía, son creadores reales de nuevas fuentes de trabajo y, por encima de todas las cosas, son los fabricantes de la gran mayoría de los productos demandados en estos países.
Normalmente, los grandes exportadores/productores no enfocan sus «cañones» hacia estos mercados, ya que sus departamentos de comercio exterior destacan o priorizan insertarse en los «grandes» mercados, y su interés por vender en mercados alternativos no esta claramente entre sus prioridades. Los exiguos niveles de intercambio no se pueden identificar en su totalidad para todos los países mencionados, ya que cada mercado tiene su particularidad. La tarea debe ser, por lo tanto, sectorizada y pormenorizada en los detalles referidos a la demanda potencial comparada con la oferta exportable argentina, pero consideremos que en muchos de los mercados agrupados en el «resto» no se verifican, a priori, niveles de consumo que no puedan ser abastecidos tranquilamente desde la producción local.
Hay un evidente desconocimiento en estos países del potencial industrial argentino, y es prácticamente el mismo nivel de desconocimiento que tiene el empresario argentino de las potencialidades de exportación de sus productos en estos mercados.
En algunos casos conviene ser prudente y establecer un conocimiento previo de estos países, ya que, por ejemplo, ingresar en el mercado ruso no es para cualquier empresario por la grandeza de su economía, por diversas complicaciones con el idioma y por las diferenciadas costumbres de negociación que existen por esas tierras, comparadas con las nuestras o incluso con las habituales en el comercio internacional; más es imposible desconocer que una vez salvados estos obstáculos, la posibilidad de hacer negocios es cierta y cuantiosa en cantidad y calidad.
MULTIPLICAR EXPORTACIONES
El caso particular de los países centroamericanos es todavía más notable; este es un grupo de países del «resto» donde se verifican los menores niveles de intercambio, y las potencialidades de ventas de productos argentinos de toda índole es realmente muy importante.
Podemos imaginar a Centroamérica en su conjunto como una «Argentina acostada» dado que tomadas como un «todo», el grupo de países centroamericanos tiene una cantidad de habitantes similar a la nuestra, y encontramos segmentos de mercado con hábitos de consumo parecidos a los de nuestro país.
Como contrapartida, ninguno de los países de modo individual nos podría garantizar un alto nivel de consumo, por lo cual es necesario que en este caso el empresario establezca una estrategia de ingreso en más de un mercado en forma simultánea, para de este modo generar una reducción del impacto de los costos logísticos y de distribución hasta la llegada de los productos al consumidor final. Ífrica es un continente que tiene su poderío en el imaginario popular, más asociado a lo exótico de sus paisajes que a la posibilidad de hacer negocios allí. Esto, sin dudas, aparece a priori como un error gravísimo de inteligencia comercial. Un ejemplo es Angola, donde nuestro vecino Brasil ha establecido una corriente impresionante de ventas de sus productos, y nosotros no hemos sabido complementarnos para aprovechar esta corriente. En definitiva es ver el vaso medio lleno o medio vacío: prefiero la opción de un «inconformismo» relacionado con la realidad. Claramente es posible multiplicar las exportaciones argentinas y, en mi humilde opinión, orientar a un segmento de empresarios a desembarcar en tierras no habituales para nuestros negocios, nos permitiría en un futuro cercano, y sin falsos eufemismos, duplicar el actual monto de nuestras exportaciones, con todos los beneficios que el lector puede imaginar en ese sentido.
No debemos tener miedo a ser competitivos, ni empezar a pensar seriamente en ser más eficientes para abordar con seriedad los mercados externos, para proyectar ventas de productos con mayor componente de valor agregado y presencia más estable en el escenario internacional. Claramente, es una idea que le compete al estado, pero no es el único responsable.
* El autor es Mg. Director Ejecutivo Programa Argentina Exporta (nestor@argentinaexporta.com).
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