Aquel pequeño país que tiene instaladas 36.000 multinacionales (4.000 de ellas tienen instalado su cuartel regional en Singapur), mueve en su puerto 29 millones de teus anuales, recibe 200 líneas de barcos y 140.000 buques por año, supo vivir en la extrema pobreza a comienzos de los ’60, explicó Clarence Hoo, director del organismo que se puede asimilar al Uruguay XXI. La actividad, apoyada por el Banco Mundial, contó con la presencia del presidente interino Danilo Astori y de la directora para Argentina, Paraguay y Uruguay del BM, Penélope Brook.
Hoo destacó que la estrategia seguida fue la de convertir a Singapur como hub para el mundo, ya que tratándose de un país pequeño está ubicado en un lugar clave del SE asiático, paso obligado de la producción de la región. Ubicado entre China e India, se comenzó un metódico trabajo para ofrecer un marco normativo, laboral y operativo para ofrecer un enclave ideal para desarrollar negocios. Los mismos comenzaron por la actividad portuaria, competitiva, sustentada en tecnología, mano de obra preparada y un buen clima de negocios. Este desarrollo como hub le permitió , por el mecanismo de zona franca, incentivar la llegada de importantes firmas industriales y de servicios.
Hoy Singapur ocupa los primeros puestos del mundo en PIB de sus ciudadanos, en competitividad, conectividad, falta de corrupción, innovación e investigación. En efecto, Hoo explicó que al hub logístico le siguió un desarrollo industrial muy fuerte y la implantación de un hub de la innovación en base a la capacitación de la ciudadanía que en los ’60 era analfabeta en porcentajes muy elevados.
Brook, por su parte, coincidió con que «no se pueden trasladar mecánicamente las experiencias de un país a otro», sin embargo encontró muchas semejanzas básicas entre Uruguay-Singapur. (superficie, ética, respeto jurídico, estabilidad, respeto institucional), destacando la coincidencia de ambos país en pensar continuamente «en cómo mejorar el clima de negocios no solo para las grandes empresas sino para los pequeños empresarios» y enfatizó en que la clave está siempre en «sin afectar la eficacia plantearse siempre la reducción de los tiempos y los costos (de producción, de las transacciones, etc), pensando siempre progresar a través de reformas continuas y una apuesta a la innovación».
El ingeniero Alberto Díaz, presidente de ANP, sostuvo «nos interesa aprender de los mejores, conocer sus prácticas y luego analizar cómo pueden ser trasladables a nuestra realidad». Roberto Kreimerman subrayó «debemos profundizar el comercio y la producción en nuestra región, como lo hizo Singapur con India y China, y pasar de venderle el 20% al 50%, y hacia ahí nos dirigimos».
Fuente: La República, Uruguay