En los últimos cinco años la tecnología se ha cambiado a sí misma y no conforme con eso, ha transformado a cada uno de nosotros. Plataformas como Facebook, que registra todo nuestro comportamiento social; Twitter, como autopista multidireccional de noticias y tendencias; y Linkedin que hace que nuestras oficinas sean el mundo; junto a otros sistemas y aplicaciones sociales que se suman a cada minuto; hacen que el mundo tecnológico cambie y evolucione a una velocidad tal, que Julio Verne no hubiese podido abarcarlo en 1.000 años de carrera literaria.
Hoy tenemos más potencia y conectividad en un teléfono, de la que teníamos hace 10 años en nuestra computadora personal; incluso, hay más vehículos equipados con navegadores satelitales de los que hay con un botiquín de primeros auxilios; y los códigos de barra están siendo reemplazados por nuevos códigos de dos dimensiones, que pueden ser leídos e interpretados por celulares de uso personal, frente a la góndola de un supermercado. Si alguno de nosotros fuese una versión vernácula de Walt Disney o nos hubieran obligado a hibernar los últimos 10 años, despertaríamos en un mundo que provocaría asombro. La buena noticia de todos estos cambios, es que su potencia reside en la existencia de «La Nube», una nueva herramienta de cuya potencia nos podemos beneficiar todos (empresas, proveedores de soluciones, de hardware, desarrolladores, usuarios…).
MOVERSE ES SALUDABLE
La movilidad, como concepto, es la posibilidad que nos dan ciertos dispositivos para realizar tareas sin estar sentados en un escritorio. En una época no tan lejana, tener una notebook implicaba no sólo un símbolo de estatus sino la capacidad de llevar nuestro escritorio a cualquier lugar (reuniones, instancias de teletrabajo, viajes, clientes, etc). Mientras tanto, el teléfono celular permanecía encerrado en una funda y sólo salía a la luz ante un llamado o la recepción de un SMS (el mercado pedía celulares cada vez más pequeños y con tapa, porque la pantalla no importaba). Pocos años después, los celulares son enormes y varias decenas de veces más potentes que aquellas notebooks, al tiempo que toda una generación de dispositivos intermedios (las netbooks, por ejemplo) están muriendo, y las tablets irrumpen como el dispositivo por excelencia para complementar la movilidad de una notebook en el uso corporativo. En este marco, las aplicaciones para smartphones y tablets son cada vez más numerosas, y -en paralelo- a los desarrolladores de soluciones se nos plantean las posibilidades (y desafíos) de dotar a nuestras aplicaciones con mayor capacidad móvil.
Dentro de la logística (ámbito móvil por definición) este tipo de dispositivos nos permite convertir procesos operativos que antes eran asincrónicos o «batch» en procesos que tienen disponible la información en tiempo real, donde los controles se pueden realizar en el momento en que las «cosas suceden» (por más que estén «sucediendo en otro lugar»), y donde realizar una acción correctiva en el mismo momento significa ahorro medible y concreto. Información de gestión para tomas de decisiones tácticas y estratégicas en la palma de la mano, confirmaciones de cumplimiento de servicios en el momento que ocurren, seguimiento por GPS y muchísimo más, está a nuestro alcance con dispositivos super potentes y económicos.
PARCIALMENTE NUBLADO, CON POSIBILIDADES DE CHAPARRONES
Lo que nos posibilita (y nos potencia) esto es «La Nube», con su potencia de almacenamiento y su capacidad como plataforma para compartir y hacer colaborativas las aplicaciones. Pero ¿qué es el cloud computing?
Así como existen varios tipos de nubes (Cúmulos, Estratos, Nimbos y Cirros, según Wikipedia, otro ejemplo de información «en la Nube»), existen varias definiciones de lo que es Computación en la Nube (Cloud Computing), y muchas discusiones acerca de la diferencia entre Software como Servicio (Software as a Service – SaaS) o el ya «medieval» ASP (Application Service Provider). Más allá de definiciones de «marketing de siglas», Cloud Computing es un concepto no tan reciente y menos aún, novedoso o innovador. Lo que lo hace un concepto actual y en boca de todos es que, ahora sí, en esta nueva vida hiperconectada, varios actores de esta taquillera película de ciencia ficción han logrado su punto justo de maduración como para protagonizarla y lucirse: Banda Ancha, Capacidad de Almacenamiento, Infraestructura Tecnológica, Computación Personal, Computación Móvil, Seguridad de Datos y, sobre todas las cosas, sus estrellas principales: Las Aplicaciones.
Para muchas pequeñas y medianas empresas, la inversión en infraestructura tecnológica (y seguir el ritmo de evolución y actualización) es un esfuerzo enorme, y suelen ver pasar la posibilidad de poner la información en el centro de la escena, con nuevas aplicaciones que las acompañen en el crecimiento.
Y ese no es sólo el primer nubarrón, porque existen otros más, que acechan la factibilidad de cualquier proyecto, porque financieramente mueven la aguja: compra y renovación de licencias de sistemas operativos, motores de base de datos y software de base, gastos operativos en el mantenimiento de la infraestructura, soporte de base de datos, gastos de mantenimiento de aplicaciones «para tener la última versión» y muchos otros, que -para empeorar el panorama- son cíclicos y en muchos casos incluso, viven ocultos atrás de alguna «nube negra».
¿PARCIALMENTE NUBOSO O PARCIALMENTE DESPEJADO?
En Cloud Computing, las aplicaciones (los sistemas informáticos) se ofrecen «en la nube» y se consumen «a demanda» sin que el usuario deba preocuparse por los recursos que requiere y utiliza esa aplicación. Con la simple utilización de un navegador de Internet y una buena conexión de banda ancha, accedemos a una aplicación en la nube sin preocuparnos qué servidor necesita esa aplicación, qué licencias, qué cantidad de memoria o disco… Mejor aún, ni siquiera hay que preocuparse de que el proveedor de esa aplicación «actualice a la última versión», brinde soporte presencial o asegure el correcto funcionamiento de la solución; simplemente porque decenas, cientos o miles de usuarios están esperando (y exigiendo) el mismo nivel de servicios en una disponibilidad 7×24. Además, sólo se paga proporcionalmente por lo que se usa (como un «pay per view» corporativo) y se hace uso de aplicaciones e infraestructura «world class».
Si bien muchos proveedores de aplicaciones en la nube piensan que «ser Cloud» es simplemente tener una solución «web-based» colgada en Internet (es decir, que se ejecute íntegramente desde un explorador, sin necesitar la instalación de ningún software ni componente de manera local), la realidad es que para que una solución pertenezca verdaderamente a este universo, tiene que sumar, además, algunas características adicionales:
• Brindar una integración probada de servicios en la Red. Por naturaleza se debe poder integrar, de una manera sencilla, a otras aplicaciones, tanto en la nube, como externas. Si no es fácilmente integrable, se convierte en un pesado «zeppelín» a la deriva.
• Prestación de servicios world-class, implementando procedimientos de contingencia ante desastres de alto nivel.
• Una infraestructura simple que permita el crecimiento de recursos transparentes para el usuario, pero al ritmo de sus necesidades.
• Actualización a nuevas versiones transparentes que conservan todas las personalizaciones de los clientes sin consumir recursos.
• Contribución al uso frecuente de tecnología.
• Compartir recursos entre los usuarios: en principio de hardware, pero también y más importante aún, recursos de información (más adelante veremos este tema en detalle, en el contexto de los procesos logísticos en particular).
PARTE DEL PAISAJE
Por supuesto que no todo lo que brilla es oro, y las nubes también provocan tormentas y chaparrones. De acuerdo a la madurez del proveedor de servicios Cloud, y al nivel «open mind» de las corporaciones, hay algunos ítems que pueden contabilizarse como desventajas, más o menos determinantes, según el caso:
• La centralización de las aplicaciones y de los datos puede ocasionar una dependencia excesiva del proveedor de servicios.
• Pasamos a ser dependientes del servicio de Internet de nuestro proveedor.
• Los datos propios del negocio, residen en infraestructura de un tercero y viajan a través de Internet, con mayores o menores protocolos de seguridad, dependiendo del caso.
• La escalabilidad de la solución, dependiendo del índice de crecimiento de usuarios, depende de la capacidad del proveedor de actualizar su infraestructura para mantenerla ágil.
Si bien hoy muchos servicios en la nube están disponibles y son usados de manera masiva en ámbitos personales o individuales (basta mencionar algunos pocos como los ya mencionados Facebook, Twitter o Linkedin, pasando por diferentes servicios de webmail, las aplicaciones office de Google como GoogleCalendar o GoogleDocs y miles más), cada vez más proveedores de infraestructura como de aplicaciones se vuelcan a brindar este tipo de servicios, aunque aún, sin la certidumbre de cómo crecerá este mercado.
A las aplicaciones office y de mail ya mencionadas, se han sumado algunos proveedores de soluciones ERP (Enterprise Resource Planning) y CRM (Customer Resource Planning) que brindan servicios en esquema Cloud Computing, y algunos pocos proveedores de soluciones para Supply Chain y Logística se han sumado a la movida el último año, como lo ha hecho oXirium.
TIPOS DE NUBE: NO SON TODAS IGUALES.
Ni todas son aplicaciones ni todas son de alto nivel, la «nube» así como la atmósfera, se divide en capas, y de acuerdo al servicio brindado las soluciones se ubican en una de las tres capas posibles:
1. Software como Servicio. En el marketing de siglas, se lo conoce como SaaS (Software as a service), y es la más conocida. Implica la capacidad de brindar en la nube los servicios de las aplicaciones de alto nivel (todas las que mencionamos anteriormente entrarían en esta capa, tanto las usadas como herramientas personales como empresariales).
2. Plataforma como Servicio. Los consumidores de este tipo de servicios, en general, son desarrolladores de aplicaciones, las cuales se «aprovechan» de los proveedores de estos servicios para agregar a sus soluciones capacidades extra brindadas por un tercero. Por ejemplo, hay aplicaciones que usan interfaces de GoogleMaps -que residen en la nube-, para agregar la gestión de mapas a sus funcionalidades, así como también, otros servicios brindados por GoogleApps, Facebook, u otros.
3. Infraestructura como Servicio. Se encuentra en la capa inferior y es la capacidad de brindar servicios de almacenamiento, procesamiento, cómputo y otros a través de la red, por ejemplo, a través de la tecnología de virtualización.
Este servicio de Infraestructura como Servicio se encuentra en alza respecto a su demanda, sobre todo por parte de empresas pequeñas que no pueden asignar mucho presupuesto para la inversión en hardware, licencias de sistemas operativos o motores de base de datos, dado que alcanza con el «alquiler» de procesamiento, gigabytes de memoria o de disco en un proveedor, e ir incrementando la disponibilidad de estos recursos a medida que se van necesitando.
Si bien mediante esta modalidad les resolveríamos la inversión de hardware, los recursos deben ser administrados por las empresas, asignando recursos operativos a tareas como administración de base de datos, backup o seguridad de acceso. El esquema de Software como Servicio es más integrador, dado que no sólo la infraestructura de hardware se consume en la nube, sino que la aplicación toda reside bajo este esquema, y así definitivamente la compañía se desentiende no sólo de la disponibilidad de la infraestructura, sino también, de los recursos operativos para el mantenimiento de hardware y de software.
PONIENDO LA LOGÍSTICA EN ÓRBITA
Pocos proveedores de aplicaciones de Supply Chain y Logística han migrado sus soluciones a un esquema verdaderamente Cloud, sin quedarse a medio camino, y aprovechando capacidades de integración y escalabilidad de funcionalidades y recursos. Pero muchos menos, si tenemos en cuenta que las aplicaciones empresariales que puedan estar en condiciones de inflar orgullosas el pecho en la jungla Cloud deben brindarles a sus clientes un esquema en el que se compartan recursos de información sin vulnerar la confidencialidad de los datos. ¿Qué le puede aportar esto a una solución de logística? Imagínense que pasaría si una solución de software de transporte en la nube le permite al usuario:
• No tener que configurar las reglas de comportamiento para la provisión de productos a los puntos de venta de las grandes cadenas, porque esas características son comunes a todos los proveedores, y sencillamente residen en la nube.
• No tener que actualizar las geocercas de sus mapas para marcar zonas de interés, zonas peligrosas, puntos de venta, estado del tránsito, cortes, etc; y que simplemente el proveedor de las aplicaciones en la nube lo haga por usted y para el resto de sus clientes.
• No tener que administrar la documentación de los vehículos y choferes que conforman su flota, los transportistas lo hacen una sola vez, accediendo a la nube, para usted y para el resto de sus clientes.
• Compartir información de tarifas, niveles de eficiencia y de eficacia de transportistas según cómo operan con usted, pero también cómo operan con otras compañías.
• Conocer los costos promedios del mercado permitiendo un benchmarking dentro de la misma plataforma.
O que una aplicación de administración de almacenes le permita:
• Integrar información de ingreso y egreso de productos al depósito desde aplicaciones de transportistas, proveedores, clientes o fordwarders, permitiendo adelantar la planificación.
• No tener que administrar la documentación de operarios tercerizados, ya que lo hacen los proveedores directamente en la nube.
• Integrarse con la información de ruteo de clientes y proveedores para planificar cuándo arribarán o cuándo deberán despacharse los productos de manera anticipada.
• Gestionar turnos de carga y de descarga de manera integrada con proveedores y clientes, midiendo la calidad de servicio y la eficiencia de los transportistas en cumplimiento de tiempos, no sólo en nuestra compañía, sino en comparación con lo que sucede en el mercado.
• Conocer los costos promedios del mercado permitiendo un benchmarking dentro de la misma plataforma.
CIELO DESPEJADO, SIN NUBES
A medida que las empresas se animan a adoptar este nuevo paradigma, no sólo tecnológico sino de colaboración, la tecnología de Cloud Computing más el uso de aplicaciones móviles en el ámbito corporativo crece a tasas chinas. Esto significa un gran desafío de cambio cultural para las empresas, y de adopción de buenas prácticas en sus procesos operativos y de seguridad.
Los proveedores de servicios debemos estar a la altura de las exigencias también, construyendo aplicaciones que demuestren que el cambio cultural beneficia a las empresas en términos financieros pero también mejorando sustancialmente sus procesos. Y en conjunto, hacer realidad un ecosistema que, aplicado a la logística, la optimiza y la hace más sustentable, extendiendo el impacto a los consumidores finales y al medio ambiente.
Marcela Vincenti
Licenciada en Periodismo y Comunicaciones. Organizadora de eventos. Especialista en la industria logística y alimentaria. Cuenta con 17 años de experiencia en la gestión de contenidos y en la creación de estrategias editoriales.