Tras la perturbadora aparición de carne de caballo en productos alimenticios en Europa y la detección de los primeros incidentes importantes en seguridad alimentaria, la trazabilidad empezó a cobrar importancia y a convertirse en herramienta clave para ejercer un mayor control de las mercancías. Durante el proceso de elaboración de productos, sean estos comestibles o no, se sigue un largo y complejo recorrido respaldado en sistemas de trazabilidad, que permitirán asegurar el cumplimiento de todos los pasos establecidos; teniendo como objetivo que los productores aumenten la seguridad, respeten y respondan ante los procesos, que el consumidor obtenga toda la información necesaria y que la administración de cualquier posible riesgo sea más rápida y fácil.
CUIDAR AL CLIENTE
La tecnología, causante de nuevas experiencias de compra, nos ha permitido acceder a nuevos canales de ventas como plataformas virtuales, smartphones y tablets; logrando así influir en el comportamiento de los clientes; quienes ahora buscan información acerca de los productos, consultan opiniones de otros compradores, se informan sobre aspectos técnicos, comparan precios, productos alternativos, eligen el lugar de entrega y se convierten más exigentes con los tiempos de atención. De esta manera se reta la capacidad de respuesta de los eslabones que conforman la cadena de suministro ante una tendencia impulsada por el incremento desmesurado de los márgenes de rentabilidad; cambiando así las expectativas del cliente, el cual espera poder cambiar el producto sin restricciones al elegir el canal físico o virtual de venta, convirtiendo la trazabilidad en un factor crítico en la gestión de operaciones. Para explicar los puntos mencionados existen claros ejemplos que muestran la irresponsabilidad existente hacia los clientes, considere así un almacén cuya administración de información y materiales esté a razón de la disponibilidad de ubicaciones, registros no actualizados, memoria del personal operativo, retrasos tecnológicos, falta de cooperación entre fabricantes, medios logísticos, distribuidores y minoristas, que infieren en los costos ocultos por trazabilidad; delineándose los resultados sobre acciones no coordinadas entre los diferentes actores de la cadena de suministro.
Un minorista debe controlar sus operaciones, costos y nivel de servicio en todo momento; necesita de sistemas integrados de visualización de stocks en línea, para supervisar en tiempo real la disponibilidad de los productos. El minorista debe conocer los niveles de stocks de todas sus tiendas y almacenes e identificar rápidamente la forma más práctica de llevar el artículo al cliente al menor costo y plazo posible, dando flexibilidad al flujo de retorno de los productos y la gestión de mermas y residuos.
DEL LOTE A LA UNIDAD
Las ingratas experiencias en los diversos sectores industriales de nuestra región han dejado expuestas necesidades de legislación para garantizar el registro y la administración de información. Información que se basa en el origen de los productos terminados y sus componentes, mediante el número de lote que se genera en la fabricación y conjugando múltiples elementos heterogéneos: materias primas, planta, línea de producción; relacionando las maquinas implicadas, el software e incluso las personas involucradas en el proceso. Contando con un instrumento de control importante para el seguimiento de un grupo o lote de productos con características equivalentes de fabricación, empleando herramientas de apoyo tecnológico como los Códigos Electrónicos del Producto EPC que a diferencia de su antecesor el código de barras tradicional contiene información más específica como fecha de fabricación, origen y destino.
Por otro lado y para complementar, un grupo de investigadores de la Universidad de Milán y Trieste han elaborado un compendio de las investigaciones realizadas hasta el momento acerca del aprovechamiento de los códigos de barras genéticos para mejorar así la trazabilidad en la cadena alimentaria, el control de la calidad y la detección de posibles fraudes comerciales; aunque han destacado que existen varios casos de especies o razas con el mismo perfil de ADN, debido fundamentalmente a que derivan de sucesos de hibridación. Ante esta realidad, los investigadores estiman que puede convertirse en una gran herramienta para la mejora de la trazabilidad dentro del sector alimentario.
Los esfuerzos definen una tendencia hacia soluciones de procesamiento de unidades en lugar de lotes. Esto significa que la trazabilidad de un producto en particular no viene determinada únicamente por su identificador de venta y su entorno de fabricación, sino por una identificación individual a través de un número de serie único. Implica que cada unidad debe tener su propia identidad, trazando su origen y también el recorrido que ha seguido; así como las situaciones por las que ha pasado enriqueciéndose de este historial de información, de acuerdo a cada etapa de su vida útil antes de llegar a las manos del cliente final. La trazabilidad es importante y genera valor para la operación, donde el cliente percibe los resultados que exigen la ley, la competencia, el ambiente competitivo; pero sobre todo la responsabilidad de garantizarle la administración de los recursos y materiales empleados en el proceso de elaboración.
(*) El autor es Administrador de Empresas con mención en Operaciones Logísticas, cuenta con experiencia en áreas de Planeamiento Logístico, Gestión de Stocks y Cadena de Abastecimiento, actualmente se desempeña como Consultor Logístico Senior y docente en materias Logísticas.