Las inversiones decrecientes y volátiles durante las últimas décadas han expuesto la infraestructura latinoamericana a un fuerte estrés, de acuerdo con un análisis realizado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) de las Naciones Unidas.
«La reducción de las inversiones en infraestructura ha provocado un creciente rezago en la dotación de infraestructura y servicios conexos, y, con la sola excepción de las telecomunicaciones, la prestación de servicios ha sido deficiente y se ubica por debajo de la observada en otras economías emergentes», consigna el documento.
El análisis de la Cepal forma parte del informe «Señales de competitividad de las Américas», presentado en el foro anual de la Red Interamericana de Competitividad, que se realizó en Panamá.
La inversión total en infraestructura en la región ha disminuido desde un promedio anual del 3,5% del PIB en los años ochenta a un promedio del 2,2% del PIB a contar del año 2000.
Se reportan déficits importantes en todos los sectores de infraestructura, pero principalmente en el transporte.
La Cepal estima que Latinoamérica necesita invertir anualmente en infraestructura el 6,2% del PIB a fin de cumplir las demandas de empresas y consumidores de aquí al 2020.
Los principales obstáculos al desarrollo de la infraestructura corresponden a la falta de capacidad institucional, la multiplicidad de visiones respecto a las políticas de infraestructura, la ausencia de criterios de sostenibilidad en las políticas de infraestructura de transporte, el acceso a financiamiento, la calidad de las asociaciones público-privadas y las normativas, concluye la Cepal.
El informe alerta que es necesario, cada vez con mayor premura, que los países dediquen esfuerzos a la creación, conservación y expansión de la infraestructura de transporte y de las actividades de apoyo del sector, especialmente en relación con la infraestructura de transporte. Para potenciar la contribución de los servicios de infraestructura en la agenda del desarrollo, los principales desafíos que enfrenta la región pueden resumirse en los siguientes:
– La estrechez física o escasez en la provisión de infraestructura y servicios.
– La dispersión y multiplicidad de las visiones públicas respecto a la infraestructura y los servicios, y la consecuente falta de integralidad en el abordaje de las políticas en sus diferentes procesos (concepción, diseño, implementación y seguimiento, fiscalización y evaluación).
– La presencia de fallas u obstáculos institucionales y regulatorios tanto en la conducción de las políticas como en la organización de los mercados.
– La ausencia de criterios de sostenibilidad en las políticas de los servicios de infraestructura, especialmente en el transporte.
– El acceso al financiamiento, la calidad y funcionamiento de las asociaciones público-privadas, la institucionalidad y contabilidad regulatoria y las condiciones de funcionamiento y maduración de los mercados de infraestructura completan el espectro de cuestiones que deberán ser revisadas. Finalmente, resulta primordial que las inversiones en infraestructura y servicios asociados sean analizadas y ejecutadas tomando en cuenta lo siguiente: i) el grado de cobertura brindado; ii) la calidad de las prestaciones; iii) la sostenibilidad; iv) la articulación con los servicios de infraestructura complementarios (en el caso de transporte, la intermodalidad). Asimismo, es preciso considerar que las inversiones en infraestructura deben contemplar no solamente la expansión de la capacidad sino también su mantenimiento.
Informe completo en: http://www.riacreport.org/2013/
Fuente: BN Américas