La optimización de los costos tiene un lugar preponderante en cualquier emprendimiento comercial que se pretenda rentable; y cada vez más en la industria moderna. Por tal motivo, y en función de la intención de optimizar cada uno de los ítems que forman parte de la cuenta general de una empresa, cada variable que pueda ser reducida en virtud de un mayor rendimiento económico, será la elegida.
Un sector, muchas variables
La industria del autotransporte de cargas en Argentina es, en este sentido, un sector con gran complejidad para el logro de utilidades, considerando también que tales resultados se ven permanentemente afectados por variables difíciles de gestionar o reducir. Esta situación obliga a las empresas a administrar los costos bajo la premisa de gastos únicamente necesarios para que el negocio permanezca en funcionamiento. Bajo esta coyuntura, gran número de empresas deciden postergar o suspender inversiones en, por ejemplo, mantenimiento preventivo del material rodante, renovación de flota y adecuación a nuevas tecnologías, etc. Las consecuencias de estas decisiones fueron sufridas primero por las máquinas y las personas. Es decir, que la renovación de flotas, el mantenimiento preventivo y la calidad de los insumos utilizados mermaron significativamente, tal como también lo hizo la inversión en capital humano y recursos. Es en este punto que el gasto aplicado a capacitación del personal quedó resumido a la variable de la obligatoriedad; en el caso del autotransporte de cargas, se reduce a la obligatoriedad planteada por el Estado para el mantenimiento de la vigencia de las licencias nacionales o municipales habilitantes.
Sin embargo, según la FPT (Fundación Profesional para el Transporte) ha consolidado acciones que proponían nuevas formas de capacitación profesional, puestas al día a las verdaderas necesidades de las compañías y pertinentes a la mejora sustentable de la industria, varias empresas fueron redescubriendo la capacitación y la evaluación periódica de sus conductores como un bien a proteger; algo que ameritaba una inversión que redundaría seguramente en beneficios calculables. De esta manera, paulatinamente las empresas han comenzado a reconsiderar la necesidad de mejorar el rendimiento de su personal como una forma de optimización de la eficacia general del servicio que brindan y que -sin dudas-, sustenta su negocio.
El impacto real de la capacitación
En la actualidad la capacitación profesional e reconocida a nivel mundial como una variable económica de principal importancia en los rendimientos generales, y como una concreta forma de mejorar la percepción social empresaria que el entorno comunitario profesional y no profesional adquieren de cada empresa.
En consecuencia de lo expuesto, es posible deducir que la capacitación profesional es una variable que impacta tan directamente en el contenido económico como lo son otros puntos más que contemplados: el cuidado mecánico del vehículo, el esquema preventivo de mantenimiento, el mayor rendimiento/ahorro de combustible y neumáticos, el cuidado de la carga, la optimización de las jornadas de trabajo traducidas en la mejora de la disponibilidad de los conductores, una mayor conservación del medio ambiente y una decidida colaboración en la reducción de gases de efecto invernadero, etc. Estos puntos son justamente los que se observan como plausibles de crecimiento gracias a la capacitación de quienes ejecutan las tareas del sector, en todos sus niveles -desde conductores hasta empleados administrativos, encargados de área, directivos jerárquicos, entre otros-.
A modo de conclusión, es relevante destacar que, desde la responsabilidad social empresaria, es imperioso contemplar la mirada que considera a la capacitación como variable impostergable: el desarrollo profesional de un empleado es conveniente para todas las partes, y produce a su vez un sentimiento de pertenencia mayor y perdurable en el tiempo, que hace al fortalecimiento del aparato productivo global.