El plan Pico y Placa – que Bogotá puso en marcha a principios de febrero y restringe la circulación de los automóviles dos días a la semana según su número de matrícula – ya está dejando secuelas en las plazas de mercado, según manifestaron comerciantes de Corabastos y Paloquemao. Expresaron que la restricción perjudica el transporte de quienes llevan alimentos desde otras ciudades y municipios.
El mecanismo con el que se lleva a cabo el transporte de carga, es con la llegada a Bogotá a las tres de la mañana, descargar los productos, descansar y regresar a las diez de la mañana, pero con la medida se interrumpe el abastecimiento de alimentos durante dos días a la semana – ocho al mes -.
El concejal de Bogotá, Javier Palacio Mejía, expresó su oposición ante la iniciativa, que – según él – está afectando a las personas que viven en zonas aledañas y a quienes llevan comida desde otros lugares a Bogotá, y revela que ya se siente un alza en los precios de los alimentos y que algunos productos están empezando a escasear.
Palacio Mejía asegura que al mes de llevada a cabo la medida, se registran 10 millones de viajes a distintos municipios – el 4.5 por ciento se realizan a Chía, Cajicá y Zipaquirá -. El 68 por ciento de los trayectos lo hace el transporte público y de carga y el 11 por ciento los vehículos particulares.
El Plan Pico y Placa establece multas de unos 100 dólares y charlas educativas para quienes violen la prohibición que rige entre las 6 y las 20 horas.