Según especialistas de PwC Argentina, la organización se encuentra ante el dilema entre la eficiencia de la operación y el cumplimiento del control interno, y la respuesta es un punto medio donde la organización se enfoque en garantizar la operación del negocio con el menor daño posible. “En escenarios de contingencia generalizada (y en este caso global), tenemos que sumar a nuestras amenazas usuales, nuevos vectores de riesgo y actores que buscan aprovechar el descontrol generalizado desarrollando diversos esquemas de defraudación”, advierte Fernando Isler, socio de PwC Argentina, especialista en Auditoría Interna.
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En este contexto no se discute la prioridad de la operación sobre el control interno, y lo que parece común en todos los casos es que las adaptaciones tienen las siguientes características:
• Se ejecutan para atender una necesidad específica y eventualmente coyuntural
• Pueden no diseñarse con un enfoque holístico
• Se construyen con “lo que tengo” y no con “lo que necesito”
• Se diseñan en un escenario en donde todas las partes relacionadas están cambiando
• Se plantean considerando una “nueva normalidad”, que es aún desconocida
“Sin riesgo no hay negocios, pero mantener el negocio exige retomar el control interno. Debemos entonces recuperar el terreno perdido e innovar para surgir fortalecidos ante las amenazas de lo que puede ser esta nueva normalidad”, destacó Roberto Sánchez Vilariño, socio de PwC Argentina.
En este sentido, los especialistas coinciden en que se hace necesario actuar en las siguientes áreas:
• Identificación de nuevos riesgos y revaluación en términos de probabilidad e impacto de los existentes. Ello además supone mejorar y, sobre todo, agilizar nuestros modelos de gestión de riesgos.
• Identificar los cambios efectuados en función de la emergencia, tanto en procesos, responsabilidades, configuración e infraestructuras, a fin de reconocer las nuevas exposiciones al riesgo.
• Efectuar evaluaciones en dos velocidades: diagnósticos desde el entendimiento del diseño de los controles y pruebas en campo, según lo permita la capacidad de la organización y el capital humano, el cual seguirá enfocado en darle prioridad a las operaciones del negocio.
• Entender las nuevas exigencias en temas operativos y regulatorios, para incorporar al mapa de riesgos del negocio y desarrollar las evaluaciones de control correspondientes.
“Llegar a un acuerdo sobre cuánto transformará esta crisis nuestros negocios es otra de esas materias que generan controversia, pero aquí podemos coincidir rápidamente en que la diversidad de escenarios es tan grande que se hace necesario tener confianza en cómo está operando nuestro control interno para poder enfocarse en la estrategia y en emerger fortalecido”, concluye Sánchez Vilariño.
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