En el marco del 15° encuentro de CEDOL, Claudio Zuchovicki, presidente de BYMA y director académico de finanzas de la UADE, brindó un diagnóstico profundo del escenario económico argentino y planteó las perspectivas para el sector logístico, fundamental para la producción y el comercio nacional. Su exposición desnudó las tensiones estructurales que atraviesa el país y destacó la necesidad de adaptarse a un modelo económico que, más allá de la coyuntura política, tiene un horizonte de al menos tres años.
Zuchovicki abrió su presentación destacando un punto central: “No importa lo que haga un gobierno. Lo que realmente importa es si la sociedad convalida o no ciertas cosas: el respeto por la propiedad privada, el mérito, el esfuerzo. Y creo que ahí está la clave”. Con esa frase, el economista apuntó a un factor cultural que condiciona la dinámica económica local, señalando que el valor real del dinero ha cambiado sustancialmente.
Para ilustrar este fenómeno, recurrió a un ejemplo con carga emocional: “Cuando comparé las entradas de Disney que guardé de mi infancia con las que guardé para mis hijos, me di cuenta de lo que había pasado con el dólar: eso es la depreciación”. Así, puso en evidencia que no es el precio de los bienes o servicios lo que cambió, sino la capacidad de compra del dinero, que se fue deteriorando a lo largo del tiempo.
El análisis se profundizó con otra comparación: el valor de los pases de jugadores de fútbol. “Hace 15 años, Ronaldo costaba 72 millones de euros. Hoy hay pases de 80, 90, hasta 100 millones. ¿Juegan mejor? No necesariamente. Es simplemente la pérdida de valor del dinero”. Este fenómeno se traslada al sector logístico, donde la percepción de precios muchas veces está distorsionada por el efecto inflación y devaluación.
Al abordar el contexto político y económico, Zuchovicki fue categórico respecto al escenario para los próximos años. Preguntó a la audiencia, compuesta por representantes diversos del sector productivo y logístico: “¿Quién cree que este gobierno va a durar al menos tres años más?” y anticipó que “tenemos que asumir que el plan económico va a continuar por al menos tres años”. Para el analista, la clave está en entender qué medidas son transitorias y cuáles permanentes. “Si creo que una medida es transitoria, resisto. Pero si creo que es permanente, tengo que adaptarme”.
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El corazón del modelo económico, según Zuchovicki, es el ajuste fiscal para bajar la inflación, definida por el propio gobierno como un fenómeno monetario causado por la emisión para financiar el déficit. “La inflación, la tasa de interés, el tipo de cambio no son la enfermedad, son el síntoma. La enfermedad es el déficit fiscal”, señaló, explicando que para reducirlo es imprescindible gastar menos de lo que se ingresa, alcanzando un superávit fiscal que, en este caso, ya se logró.
Desafíos fiscales y adaptación al nuevo modelo económico
Esta mejora fiscal se traduce en una mayor disciplina en la distribución de recursos. “Antes, un gobernador iba a Buenos Aires y pedía plata que no llegaba a fin de mes. Eso se terminó. No hay más giros discrecionales, no hay más subsidios automáticos” Esta política impacta incluso a aliados políticos y sectores tradicionales como provincias y universidades, lo que implica costos políticos pero “es parte del programa económico.”
Zuchovicki destacó que el desafío actual es que la economía crezca para sostener ese superávit, y ello requiere inversión, consumo y exportaciones. “El país sólo puede crecer si deja de vivir a crédito y empieza a generar sus propios recursos”. Con un enfoque pragmático, aconsejó a las empresas y productores a adaptarse a esta nueva realidad, enfatizando que la competitividad depende de la capacidad de hacer bien lo que corresponde sin excusas.
En cuanto al financiamiento, el experto subrayó que es un recurso esencial, pero complejo. “El dólar parece barato, pero administrar eso no es sencillo. Los precios se van a estabilizar, pero el que mejora es el que puede trabajar con margen y volumen”. Resaltó que en el sector privado hay actores que están dispuestos a apostar y otros que no, y que el futuro de la logística y la producción dependerá en buena medida de la integración y el esfuerzo conjunto.
Infraestructura y obras
Otro punto fundamental para Zuchovicki es la infraestructura, donde la colaboración público-privada aparece como la única vía viable para avanzar. “No espero que el gobierno haga grandes inversiones directas. La infraestructura es responsabilidad compartida entre lo provincial, lo privado y el Estado nacional.” Ejemplificó con la ampliación de un puerto en Santa Fe, donde la financiación se sustenta en un esquema de peajes pagados por los usuarios. Para él, es fundamental “más participación público-privada, con visión de 20 años, para mejorar la infraestructura necesaria para la logística y la producción.”
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Este planteo busca estabilidad y continuidad más allá de los cambios políticos, una lección que Zuchovicki observa en el ejemplo de Chile, donde políticas de largo plazo sostienen proyectos de infraestructura. Asimismo, resaltó la necesidad de profesionalizar el sector logístico y transparentar los contratos para evitar corrupción y mejorar resultados.
Finalmente, Zuchovicki reflexionó sobre la cultura económica argentina, señalando que el “argentino tiene un problema cultural con la economía” que se manifiesta en decisiones emocionales y falta de confianza. Por eso, la preferencia por ahorrar en dólares frente a la volatilidad del peso resulta comprensible. “La regla del 72 nos muestra que con alta inflación tu dinero se devalúa rápido.” En su opinión, esta realidad es compleja de revertir, pero fundamental para comprender la dinámica económica.
El diagnóstico de Claudio Zuchovicki para el sector logístico en Argentina es un llamado a la adaptación y profesionalización frente a un modelo económico que, aunque desafiante, ofrece un camino de estabilidad fiscal, crecimiento con inversión y cooperación público-privada.