Por: Pablo Guido (*).
La transformación del proceso en que se reciben, clasifican y envían las materias primas, insumos, repuestos y productos se ha visto acelerada desde la pandemia. Las cadenas de suministro se han enfrentado a cambios considerables que han alterado las perspectivas y prioridades. Si bien el Covid-19 no es la única razón, es un factor importante. La pandemia tampoco ha terminado todavía, lo que trae más incertidumbre.
A esta saturación, sumémosle también las dificultades producidas por la guerra en Europa del Este: aumento de precio de fletes, sustitución de materias primas, etc.
Epidemias y guerras son los factores históricos de la transformación de las sociedades y, claro, de la manera de producir y hacer negocios.
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Resiliencia en la cadena de suministro
Ha sido y es un período difícil para la gestión de la cadena de suministro. Las razones son variadas e incluyen escasez de materiales y mano de obra, mayores costos, incremento en las expectativas de los clientes y desafíos de entrega. Estos aspectos vistos por separado probablemente no durarán para siempre, pero la experiencia más general de la disrupción ha puesto bajo relieve la necesidad de una cadena de suministro resiliente, demostrando su capacidad a sobreponerse.
La cadena de suministro requiere así de una estrategia amplia, en la que la agilidad es un componente esencial para poder cambiar cuando se produce una adversidad. Incluso es posible que se pueda anticipar antes de que la disrupción tenga impacto.
La logística requiere una visión integral de los flujos y movimientos, y la misma inteligencia que se viene aplicando para optimizar la producción.
La tecnología en la cadena de suministro
Si bien existen incertidumbres, también hay oportunidades en la gestión del transporte y del almacenamiento de materiales. Esas oportunidades están impulsadas por las tecnologías, así como por los cambios en el comportamiento del consumidor.
Los sistemas de las empresas requieren de herramientas cada vez más especializadas para la gestión del almacenamiento y transporte (WMS y TMS), incorporando conceptos de inteligencia artificial para aprender sobre las experiencias registradas y proponer soluciones óptimas.
Por otro lado, la robótica y la automatización no son nuevas para la logística. Sin embargo, la reciente aceleración exponencial en innovación tecnológica y sus bajos costos de inversión no dejan de sorprendernos.
Para ilustrar con algunos ejemplos, podemos nombrar: vehículos autónomos transportando mercaderías, registración automática de movimientos en los sistemas a través de tags RFID (radio frecuencia) en los materiales, video-analytics evaluando la longitud de colas de camiones para ampliar las bocas de atención para ingreso o egreso de planta, monitoreo de variables operativas de los autoelevadores asociados a su conductor, y modelos twin (mellizos) que representan con total precisión a los procesos logísticos para permitir anticipar su evolución y simular la mejor manera de resolver problemas futuros.
La facilidad para obtener datos, almacenarlos y procesarlos constituyen otro punto de esta lista aplicado a la gestión de la cadena de suministro. Los tableros de gestión integrando información de diferentes fuentes brindan un completo soporte para la toma de decisiones, permitiéndonos anticiparnos a los problemas y resolverlos minimizando costos o mejorando el servicio.
La tecnología puede ahorrar costos, pero, además, hacer que el trabajo sea más seguro y más amigables para trabajadores, clientes y medio ambiente.
El impacto de la logística en el medio ambiente
Más allá de los costos y el servicio, una nueva mirada comienza a ser importante. No es lo mismo adquirir un producto que genera alta emisión de contaminantes, que otro que no. Es por eso que las empresas requieren cada vez más conocer cuál es el nivel de contaminación no sólo de los procesos productivos, sino también de los procesos logísticos embebidos en el movimiento de sus productos, como los embebidos en las materias primas e insumos adquiridos.
Esto genera un primer punto de partida para realizar inversiones que busquen adecuar la huella de carbono de la compañía generando así una ventaja competitiva adicional en sus productos.
Las operaciones de almacenamiento y cadena de suministro están adoptando nuevas soluciones para hacer que sus operaciones sean más sostenibles y es aquí donde la introducción de vehículos utilizando combustibles menos contaminantes (gas, eléctricos, hidrógeno), comienza a constituir un diferencial.
Las empresas son elegidas, cada vez más, no sólo por precio y servicio sino por el impacto ambiental de su producción y su cadena de suministro.
No sólo se trata de reducir costos
Hoy más que nunca, el costo de un producto se aleja del mero costo de su producción. Debemos sumar los costos de su almacenamiento y del transporte tanto para la recepción de sus componentes como para el traslado de lo producido.
Por otro lado, el ciclo de vida de los productos se reduce por la innovación tecnológica y el marketing, provocando una mayor velocidad de cambio de los consumidores. El almacenamiento debe monitorear más de cerca dicho ciclo, buscando minimizar obsoletos y sus costos financieros asociados, y en el transporte, continuar aplicando la regla: “siempre en movimiento y siempre lleno”.
Mayor competitividad, productividad, eficiencia y servicio, al tiempo que aumenta la rentabilidad cuidando el medio ambiente. Es un período de transformación, y eso trae desafíos, pero también nuevas y emocionantes oportunidades.
(*) Socio de Paradigma y referente de la práctica Supply Chain.
Nota completa publicada en Revista Énfasis edición agosto 2022. Ingresá aqui.