Uno de los principales responsables de esa suba fue el combustible, que trepó un 77% en esos doce meses y ya lleva acumulado un aumento del más del 100% desde la aplicación de la política de desregulación del mercado de hidrocarburos, en 2017.
Así lo indicaron estudios de la Federación Argentina de Entidades Empresarias del Autotransporte de Cargas (FADEEAC), a partir de medir mensualmente los once insumos principales de la actividad. Los costos durante el año que pasó acumularon una suba del 61.53%. En una economía que no disimula un estado de estanflación, el sector opera en un contexto abiertamente recesivo y con fuertes caídas en los volúmenes transportados en el consumo masivo.
Además del combustible, en el marco de la maxidevaluación del peso (el dólar subió 100% en promedio) y la fuerte caída de la actividad económica, las empresas de camiones se ven afectadas en su operatoria diaria por el brutal aumento del Costo Financiero (175 %), y de los aumentos en los principales insumos de los equipos: Material Rodante un 99%, Lubricantes un 90,4%, Reparaciones un 77%, Neumáticos un 76% y Seguros un 72%. Todos ellos muy por encima de la evolución de los precios al consumidor (IPC), récord de inflación minorista de los últimos 27 años.
Además, en el marco de los fuertes ajustes en corredores nacionales y en los accesos a la CABA, Peajes trepó un 68%, otro de los factores que pesó fuertemente sobre las espaldas del sector, sin contar el nuevo y exorbitante aumento en los accesos a la CABA a partir de la primera semana del 2019.
Combustible: un alza que preocupa
De acuerdo con los cálculos de FADEEAC, el precio del gas-oil debiera ubicarse al menos un 10% menos que los actuales teniendo en cuenta los valores de equilibrio en el mercado interno. La reciente baja del gas-oil en la primera semana del año es marginal y casi no guarda relación con la gran caída del precio internacional del petróleo, del orden del 30 % en los últimos 60 días.
La magnitud del alza del combustible, que alcanza el 77% en el año y más de 100% desde la desregulación del mercado de hidrocarburos del 1 de octubre de 2017, impacta cada vez más en las estructuras de costos del transporte, y lleva al límite la ecuación económico-financiera de las empresas. De este modo, los aumentos desmedidos e injustificados del gas-oil ya afectan el normal funcionamiento del transporte de cargas en todo el territorio.
Los aumentos nominales y relativos del combustible en esta dimensión afectan no solo al transporte sino a toda la economía real, al duplicar el rubro Combustible y Gas la altísima inflación que refleja el índice de precios mayoristas (IPIM).
En estos términos, es apropiado un replanteo de la política de precios de combustibles dado que la magnitud de la caída del precio internacional del crudo (del orden del 30% en los últimos 60 días) apenas se materializó en un descenso muy marginal en los precios internos del gas-oil y las naftas.