Una empresa no es una ONG. Por tanto, su función social es diferente y de allí deriva otra visión con sus consiguientes características. No está mal que una empresa no sea una ONG. Está bien, porque es distinta.
Por ser empresa debe: ganar plata – ser competitiva – evitar el «ahogo estratégico» – generar trabajo – invertir para crecer e innovar – pagar impuestos – tratar bien a sus empleados – darles oportunidad de progresar y crecer – desarrollar muy bien su rol empresario – mantener los valores y compromiso con los principios de la calidad – tratar bien a sus clientes y reconocerles sus derechos – integrarse en asociaciones intermedias para hacer valer sus derechos y obligaciones – tener un rol activo en la creación de valor para la sociedad – usar la imaginación y estar siempre abierta al progreso; usar internet como fuente de provocación – invertir en tecnología y en modernización – formar verdaderas supply chains.
EN DETALLE
Ganar dinero: Una empresa debe cumplir el rol para el que todas las empresas existen en la sociedad: ganar dinero y ser sustentable, de forma genuina. Esta visión elimina la confusión de que una empresa y una ONG tienen los mismos fines y objetivos. La visión del empresario es la pasión por el desafío, una vocación por llevar adelante el desarrollo a partir de las ganancias que genere su actividad. No está mal que una empresa gane dinero. Está muy bien que así sea, y que luego utilice ese dinero para encarar una serie de objetivos, que deben redundar en beneficio para toda la sociedad, invirtiendo en su propio crecimiento y alimentando así su propio círculo virtuoso.
Toda la sociedad se beneficia directa e indirectamente del esfuerzo de las empresas por generar crecimiento, innovación y estar a un nivel competitivo, comparable en productos y servicios a lo que se encuentra fuera de un país. En una economía sana, se deberían poder contener las importaciones a partir de una competitividad y calidad de productos comparables a los que amenazan ingresar como importaciones. Luego quedará lugar para las diversas defensas que cada gobierno desee ensayar para los sectores que, por distintos motivos, se puedan ver amenazados. Pero la intención de innovar, crear oportunidades y hacer que esa posible ayuda gubernamental sea por un tiempo determinado y con final cierto, es una importante convicción para delinear las acciones estratégicas y tácticas de los años siguientes.
Ser una empresa competitiva: Cuando una empresa es competitiva, la gente quiere sus productos. Punto. Una empresa no debería vivir de favor. Debe proponerse lograr autonomía y libertad para crecer en base a su propio desarrollo. Para ello debe fomentar y no ahogar las iniciativas estratégicas que permiten delinear un propio curso de acción en sintonía con la visión, misión y objetivos que inspiraron a sus fundadores. La sociedad puede y debe crear las condiciones para que los empresarios desplieguen las alas de su capacidad e imaginación y logren ser tan o más competitivos que sus principales competidores nacionales e internacionales. Sudamérica es una región con países que poseen abundancia de recursos en todos los rubros. Una región que tiene todas las características para generar las condiciones que permitan y logren, desde el trabajo, el crecimiento sólido y competitivo. Un primer objetivo debería lograr que todas las empresas puedan, por la calidad lograda y la eficiencia de sus procesos, exportar a cualquier país.
Tratar bien a los empleados y generar las condiciones para una mayor satisfacción y crecimiento profesional. Las nuevas generaciones están más acostumbradas a los desafíos permanentes. No funcionan como las generaciones anteriores. No se conforman. Quieren desafíos y si no los encuentran en el lugar de trabajo, los buscarán en otros lugares. Por parte de las empresas, y ahora como respuesta de los empleados, se ha roto el contrato tácito por el cual una persona deseaba estar contratada muchos años y quizás jubilarse en la empresa donde trabajaba. No sirve más la frase que decía: «si lo capacito, me lo roban». Ahora es: «si no lo capacito, se irá igual para no asfixiarse y no ser un enano profesional».
Calidad y trato con los clientes. El servicio al cliente es una enorme oportunidad a estrenar. Michael Porter decía que para que las empresas pudieran salir con éxito a competir afuera de su país, debía existir un mercado interno muy exigente, que las prepare para la dura realidad de la competencia. Es cierto. No podemos pactar como sociedad, convivir resignados a tener productos de menor calidad o con un permanente atraso tecnológico; en dos palabras: a vivir resignados. Las empresas pueden crecer enormemente aprovechando las oportunidades que genera un servicio al cliente vivido como servicio y apostando por la calidad de productos y servicios. Es mucho más que cualquiera de las herramientas de calidad más ampliamente nombradas; es un convencimiento de la dirección de ir en esa dirección y comunicarlo a toda la organización.
Desarrollar muy bien el rol de empresario y participar de organizaciones intermedias para defender sus derechos a participar y competir sustentablemente. Estos principios definen el momento en el cual las empresas y sus dueños se ponen los pantalones largos. Quieren competir y crear las condiciones para poder competir en forma sustentable a lo largo del tiempo, vendiendo al mundo sus ideas originales y sus productos competitivos. Finalmente, y por la colaboración con otras empresas del sector, generar marca país. Esto es especialmente urgente en los productos donde el volumen que puedan demandar los mercados de exportación no alcance a ser cubierto por una sola empresa.
Formar verdaderas supply chains. Si algo es importantísimo hoy, es que las empresas piensen en el desafío y en lo que les falta para poder integrar reales supply chains. Si siempre se dice que una supply chain es tan fuerte como el más débil de sus eslabones, el desafío de crear cadenas fuertes es enorme y estratégico, pero insoslayable. Ya no sirve pensar que una empresa puede arreglarse sola. Es una quimera. Lo es, porque sus competidores sí están abocados a consolidar supply chains, porque conocen la diferencia que produce integrar procesos entre ellas y, por tanto, establecen protocolos de entendimiento en calidad y procesos, y logran llevar un paso o varios adelante en el logro de sus objetivos. Entrar desarmado a competir a ese mercado es una verdadera quimera.
CONDICIÓN DE DESARROLLO
La RSE es actualmente imprescindible para lograr el desafío estratégico de adaptarse a la competitividad del momento y viabilizar el crecimiento de la sociedad y sus empresas, a través del valor en sus productos y servicios.
(*) Director y Consejero, respectivamente, del IEEC, Escuela de Supply Chain y Logística