En sentido figurado, se dice que algo es la ‘cuadratura del círculo’ cuando representa un problema muy difícil o imposible de resolver.
Y así es como se presenta el problema del tránsito en la ciudad de Buenos Aires.
Dicha situación es aún más compleja en la zona sur de la ciudad, donde circula la mayor cantidad de camiones de carga. Según las estadísticas, por la capital circulan unos 30.000 camiones por día, de los cuales el 60% pasa por zona sur.
Como sabemos, el Írea Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) se ve sometida a diferentes factores que conspiran contra la resolución del problema, algunos de estos son:
– La transitabilidad: alta concentración de vehículos y personas, deficiente estado de la red vial, conflictos de uso con otros medios de transporte, cierres y desvíos por reparaciones, cortes por reclamos, etc.
– La seguridad: ya sea de personas o de bienes (por accidentes, robos y hurtos).
– La contaminación ambiental: producida por la superpoblación de vehículos con motores a explosión.
Una vez más, todos estos condicionamientos parecen remitirnos al problema geométrico – matemático.
¿CENTRO DE TRANSFERENCIA DE CARGAS VS. RECEPTORÍAS BUENOS AIRES?
Son formatos distintos y satisfacen una demanda específica. De esta manera, lo que parece una dicotomía es -en realidad- un complemento. Veamos:
Para pequeñas cargas, eventuales, de alto valor o con necesidad de pronto despacho, la proximidad al punto de recepción aparece como una ventaja importante porque, aun considerando solo parte de los gastos para trasladarse al Centro de Transferencia de Cargas, la distancia tiene un impacto relativamente alto respecto del costo de flete (combustible, peajes, tiempo, etcétera). Aquí cobra importancia una red externa eficiente (descentralizada) de captación de cargas, conformada con sitios relativamente chicos, pero adecuados para procesar óptimamente todo tipo de cargas.
En contraposición, para volúmenes individuales grandes o recurrente en los que se justifique la utilización de camiones de gran porte, los costos de traslado se diluyen mucho mejor que en el caso anterior, por lo que contar con una plataforma de la magnitud y calidad de la CTC (Central de Transporte de Cargas) aporta practicidad, seguridad y previsibilidad; en suma, menores costos nominales y relativos percibidos.
Así, el CTC trae ventajas que son difíciles de ignorar:
– Beneficia a la comunidad en general ya que tiende a eliminar el tránsito de camiones de gran porte por la ciudad.
– Cuenta con instalaciones cómodas y seguras para los trabajadores.
– Les permite a las empresas buenas prácticas operativas.
– El Estado puede regular y controlar con mayor eficiencia a la actividad de transporte en todos sus aspectos.
El análisis nos muestra que no existe una misma realidad para la gran cantidad de empresas generadoras de carga y particulares, que transitan diariamente el AMBA, sobre todo si tomamos en cuenta que el despacho de las cargas será desde ubicaciones geográficas diferentes, tipos de producto y tamaño de envío heterogéneos, canales de distribución con características disímiles, tiempos de entrega más o menos urgentes, etc. Sería un error creer que existe una única solución adecuada, igual para todos y en cualquier circunstancia.
En síntesis, con la utilización alternada de los recursos, según convenga a cada realidad y circunstancia, se cumple con la hipótesis de optimizar la transitabilidad, la seguridad y menores niveles de contaminación ambiental, a los mejores costos relativos posibles.
De esta manera, tanto el cuadrado como el círculo, cierran.
(*) El autor es Gerente de Nuevos Proyectos de Cruz del Sur.