Sin ánimo de anunciar predicciones sobre cuáles serán los comportamientos de los estados nacionales y sus alineamientos geopolíticos post-pandemia, sí es posible conjeturar escenarios futuros partiendo de una lectura sintomática de las principales reacciones que han tenido los países, según su forma de inserción en el mundo y la propagación de la pandemia en sus límites territoriales.
Abordajes diversos
A esta altura de los acontecimientos, se pueden esquematizar las principales lecciones que la pandemia pone en evidencia y trazar líneas de demarcación en las respuestas que han tenido los estados para enfrentarla.
Una de las principales lecciones que pone en evidencia la pandemia es la explosión de una nueva burbuja especulativa, que tiene en la industria del entretenimiento su ejemplo más destacado. El caso de futbolistas aceptando de buen grado descuentos de hasta un 70% de sus sueldos, es una evidencia clara de la incongruencia inmoral entre ingresos de trabajadores de actividades productivas en países subdesarrollados y agentes involucrados en actividades altamente impactadas por la financiarización de la economía mundial. Lo que hasta hace poco los economistas liberales explicaban como teoría de las relaciones de sustitución y complementariedad para definir los niveles de ingreso en una sociedad libre, en esta coyuntura parece una justificación descarada de una situación de inequidad manifiesta. La explosión de la burbuja pone en cuestión el argumento que sostiene que “el dinero genera dinero”, es el proceso productivo quien genera dinero y en este proceso el capital, los recursos naturales y fundamentalmente los y las trabajadoras son imprescindibles.
Una segunda demarcación son las respuestas que los países han tenido en Oriente y Occidente. En China, Hong Kong, Taiwán y Singapur, Corea del Sur o Japón, con regímenes políticos muy diferentes, han logrado superar la peor fase de la enfermedad y tiene la situación sanitaria bastante controlada, mientras que planifican la reactivación económica extremando las medidas que evite la aglomeración de personas. Sin abundar en detalles, las claves de la ventaja oriental para enfrentar la pandemia son: contar con una población más disciplinada que occidente, la confianza en el Estado como agente colectivo y el apoyo en herramientas de vigilancia digital.
Por el contrario, en Occidente, hay más infectado y muerte, si bien la reacción de los países no es similar, en términos generales puede destacarse la conformación de las subjetividades individuales en la ideología liberal, por lo tanto, un sentido más crítico al uso del big data como herramientas de vigilancia y una sospecha pronunciada sobre el estado, que tiende a asemejar medidas colectivas de control sanitario con violaciones fragantes a las libertades individuales.
Occidente y la distribución de riqueza
En este marco, Occidente no sólo enfrenta la crisis sanitaria y económica que hemos comentado, sino que también se añade una crisis social de proporciones históricas. Las reacciones originales a la pandemia de países como Reino Unido, Estados Unidos, España e Italia, imitados por México y Brasil en Latinoamérica, fue la obstinación con el argumento de que la economía no podía detenerse, dejando en segundo plano la política sanitaria. Esto no responde a la insensibilidad de sus mandatarios, sino a una situación estructural de casi todos los países del mundo en el que los y las trabajadoras de la economía informal supera el 50% de la población. Y esos estados no tienen la capacidad financiera de contener con asistencia social a la mitad de su población en caso de implementar medidas extremas de aislamiento social. El caso de Argentina fue muy eficiente inicialmente y priorizó la política sanitaria, pero desde el punto de vista económico, deja muchas dudas la posibilidad de sostener estas políticas en el largo plazo.
Tanto la explosión de la burbuja especulativa, como la exposición descarnada de la crisis social que ponen en evidencia la emergencia de la pandemia de coronavirus, ha disparado en el mundo un debate sobre la distribución de la renta nacional, que van desde reformas tributarias estructurales, que intenten poner más equidad en el aporte que cada uno hace al desarrollo colectivo, con Bill Gates como principal impulsor; a medidas como la propuesta del Papa Francisco sobre un ingreso para los trabajadores de la economía popular, o incluso propuestas de un ingreso universal para todos los individuos por el sólo hecho de existir. Más allá de estas discusiones teóricas que pronto tendrán una encarnadura política, todos los estados han implementado transferencias condicionadas de ingresos, que ayudan a comprar los insumos mínimos alimentarios y de higiene, con la única contraprestación de que los beneficiarios se queden en sus casas.
El futuro se adelanta
Antes de pasar a delinear los escenarios que depara la post pandemia para el sector logístico, es conveniente resumir los escenarios posibles para el mundo que vendrá. Una hipótesis sobre la que trabajan los especialistas es que todo volverá a ser como antes, pero de manera acelerada. Es decir que si previo a la pandemia estaba en decadencia el mundo construido en la post guerra, esta decadencia se acelerará, mostrando la ineficacia de los organismos globales para enfrentar las tres crisis que enfrentamos, sanitaria, económica y social. Sólo los organismos específicos, como la OMS, han mostrado cierta capacidad de respuesta, pero no más que algunos estados nacionales como China que ha provisto de insumos médicos al mundo o Cuba que, pese a su debilidad estructural, ha compartido sus capacidades humanas en medicina con los países más afectados. El derrumbe de los organismos globales, y la pasividad para evitarlo de Estados Unidos, quien ha optado por refugiarse sobre sí mismo, plantea un escenario que puede sinterizarse como la canción de “Al Don Pirulero” donde cada país atiende su juego, pero manteniendo la ficción de organismos supranacionales que han quedado expuestos como incompetentes.
Otro escenario posible es que China asuma el liderazgo mundial que viene disputando hace décadas, ya que su comportamiento en esta crisis posiciona al país oriental en condiciones inmejorables para hacerlo. No obstante, todo indica que China no se siente cómodo con el estado del mundo tal como lo deja Occidente, China quiere asumir la hegemonía mundial, pero no en las circunstancias caóticas en la que se encuentra actualmente.
Una posibilidad que no puede descartarse tiene que ver con la desintegración repentina de la globalización, y la emergencia de un mundo post globalista en el que cada país priorice las necesidades de la población que lo habita. Una sociedad auto centrada, debe tender a la autosuficiencia, esto es garantizar la producción de alimentos para su población, contar con una producción industrial a la altura de la demanda agregada local y un sistema financiero propio, lo que ponen en una posición secundaria al comercio internacional.
Desde este punto de vista, quienes alcancen mayor autonomía productiva, podrán responder con mayor eficacia al cierre de fronteras al momento de enfrentar una epidemia como la del Covid-19, ponderando esta autonomía como una ventaja estratégica.
Escenario logístico
Este breve panorama de la geopolítica global nos pone en condiciones de comentar cuales son las principales tendencias que se vislumbran en la logística integral. En esta tarea, también se vislumbran dos respuestas diferentes, que emanan de los escenarios arriba comentados.
Una de las posibilidades para la logística contempla los dos primeros escenarios geopolíticos definidos, es decir, con la prolongación de la hegemonía en decadencia de Estados Unidos, o con la aceptación de China de su rol protagónico mundial. En cualquier caso, el destino de la producción argentina seguirá siendo el mercado exterior. Con el dato estentóreo que indica que, de cada 5 habitantes del mundo, uno es chino, otro indio, otro africano y los otros dos del resto del mundo. Por tanto, el complejo logístico nacional deberá adecuar sus rutas comerciales a esa realidad inexcusable.
Cualquiera sea la potencia que domine el escenario post pandemia, el panorama logístico local no se verá afectado sustancialmente. Los complejos productivos argentinos, y sus respectivos sistemas logísticos seguirán orientados a lograr mayor eficiencia y mejores costos para la colocación de sus producciones en los puertos de ultramar. La aceleración de trámites arancelarios, la baja del costo del trasporte terrestre, acortar los tiempos de espera de conteiner en los puertos y disminuir los impuestos al comercio exterior, serán las principales preocupaciones de los gobiernos en concordancia con las empresas logísticas.
Una de las principales lecciones de la gestión de la crisis sanitaria, sobre todo en oriente, es el uso de la tecnología que ha colaborado fuertemente en frenar la tasa de infección a través de sistemas de pago sin contacto y a mantener conectadas a las personas en este momento de aislamiento social.
En cierto sentido, la pandemia ha alentado el desarrollo de aplicaciones inteligentes que se pueden transferir rápidamente al campo de la gestión logística. Antes una demora en los puertos o aduanas, era considerada un gaje del oficio, ahora, tras la pandemia, se exigen plazos de entrega más perentorios para el abastecimiento de insumos médicos.
En esta dirección, ya existen algunos puertos en el mundo, denominados puertos inteligentes, que monitorean de forma integrada las áreas de embarque en el puerto y la visualización de los movimientos de camiones, contenedores y trenes, todo ello integrado a información sobre el estado del clima que habilita al arribo de análisis predictivos que optimicen los activos logísticos (puertos, hubs, almacenes, rutas, etc.). Restaría desarrollar un software que sume a este sistema logístico integrado, la comunicación entre diferentes cadenas de valor y suministros. Lógicamente, que la informatización y coordinación de múltiples agentes públicos y privados involucrados en la logística, requiere de una integración supranacional que, por lo que vimos más arriba, hoy están en discusión profunda.
Post globalización
El segundo escenario que se vislumbra se desprende de la tercera alternativa geopolítica, en un mundo post-global, cuyos países prioricen las necesidades locales. Considerando la tendencia, aún incierta, de una mayor redistribución interna de los beneficios económicos en todos los países del mundo, vía reformas tributarias o trasferencias condicionadas. Si este fuera el caso, se impone la necesidad de adecuar la gestión y mantenimiento del sistema de comunicación y transporte interno para satisfacer las demandas crecientes de la población radicada en todos los rincones del país.
Es un escenario que no se opone necesariamente al anterior, pero sí cambia radicalmente las prioridades. A diferencia del escenario anterior, cuenta con la ventaja de disponer de una coordinación central, el estado federal, que actuaría de árbitro entre los agentes económicos que participen de la red logístico, además de coordinar y orientar los complejos productivo regionales en dirección al autoabastecimiento, mientras que sólo los saldos internos serían introducidos en una lógica de comercio exterior, como actividad alternativa.
Esta segunda alternativa, volvería a darle una oportunidad de desarrollo a muchos pueblos del interior desvinculados de la lógica productiva nacional desde hace más de 40 años. También tendría cierto potencial de reactivación la actividad ferroviaria, que ya ha mostró, a fines del siglo XIX, su potencial para la integración nacional. Esta alternativa no excluye la incorporación de tecnologías y software en la gestión logística, no obstante, el riesgo de un achatamiento en las posibilidades de acceso a la tecnología de punto a nivel internacional, es una posibilidad que salta a la vista.
Por último, vuelvo a aclarar que los escenarios diseñados son proyecciones que tienen el valor analítico de un “modelo”, como extremo tendencial de la actividad logística enmarcada en cambios geopolíticos estructurales. La adopción de este enfoque encierra el riesgo de precipitarse a conclusiones espontánea, no del todo válidas. Los modelos llevan el riesgo de reducir una configuración institucional compleja a una generalización abstracta. Es decir, el sector logístico, compuesto de agentes públicos y privados, dispositivos institucionales, organizaciones, normas, convenciones y reglas, es el resultado de la materialización de las relaciones sociales, políticas y económicas sostenidas un momento y lugar específico y no un producto estandarizado. Así, lo más probables es que alguno de estos escenarios se imponga, pero no haga desaparecer al otro, sino más bien se dé un proceso de hibridación.
(*) El autor es Sociólogo y Doctor en ciencias sociales Universidad Nacional de Cuyo – IDEHESI-CONICET