Autor: Martin Davenport (*)
Como pequeño homenaje al gran escritor y poeta polaco Stanislaw Lec, que postuló el aforismo “Puedes cerrar los ojos a la realidad pero no a los recuerdos”, me gustaría solamente dejar una breve apostilla comparativa entre lo ocurrido en 2002 y 2022, años que comparten algo más que su composición numérica:
- En 2002 el PBI cayó un 10.9%. La caída de PBI en 2020 es fue del 9.9%. En 2022 hubo un pequeño rebote positivo del 3.0%
- No faltará el optimista que atribuirá el efecto one shot a la cuarentena. Bien, comparemos caída de PBI por períodos: 1998 – 2002 = 18.4%. la misma caída se espera para el período 2018 – 2020.
- La actual recesión comenzó en abril de 2018, por tal motivo lleva 60 meses. La recesión del final de la Convertibilidad comenzó en noviembre de 1998 profundizándose a fines de 2001 con una duración total de 40 meses.
- En 2002 la tasa de desempleo llegó al 19.7%, es difícil armar una cifra comparable a la fecha (el dato oficial es del 11%, todos sabemos que no cierra).
- En 2002 la pobreza alcanzó al 57% de la población, ahora la pirámide muestra que todo hogar que percibe un ingreso familiar menor a $ 210 mil mensual es pobre y representa a más del 50% de la población argentina.
- Inflación 2002 = 26% / Inflación proyectada 2023 = 110%.
¿Cómo se salió en 2003? ¿Es replicable el modelo?
- Con la economía mundial en expansión en 2003, nuestro país generó un rebote inmediato a partir de la devaluación de la moneda. El contexto internacional actual presenta caídas en la producción en todo el mundo.
- El precio actual de la soja es mayor que en 2002. No obstante no hay perspectivas que presente el crecimiento experimentado entre 2002 y 2013 (exponencial).
- Hay mucho menos margen cambiario y nivel salarial en dólares que en 2002 para crecer inicialmente vía sustitución de importaciones y aumento de exportaciones.
- En 2023 se parte con una inflación mayor que en 2002 y con un alto déficit fiscal que en caso de no resultar transitorio consolidará una alta inflación anual en los próximos años.
- Problema de credibilidad política actual que demora las decisiones de inversión. Estricto control de capitales (cepo) y dudas sobre la seguridad jurídica.
Resulta evidente que el rebote sería mucho más tenue en 2022 – 2023 que en 2002 – 2003 y con mayor tasa de inflación. El riesgo de una inflación muy alta reside en la posibilidad de que bajen mucho las reservas del BCRA, y si se usa el dólar oficial como ancla inflacionaria, aquél se vea obligado a ajustar fuertemente el tipo de cambio.
Ya que arrancamos en términos literarios cerremos de la misma forma, hay una frase de Schopenhauer muy conocida que dice “nunca hay ningún viento favorable para el que no sabe a qué puerto se dirige”.
Entonces es necesario planificar. Pero ya no como solemos hacerlo, sino tomando en consideración el permanente movimiento de variables.
Esto nos obliga a realizar mayor cantidad de escenarios y con una potencialidad de forecastear máximo cada dos semanas. Los planes de negocio anuales pasaron a ser un puerto de destino en términos de Shopenhauer. Pero el recorrido es absolutamente incierto y plagado de tormentas, será entonces clave ser flexibles para cambiar el rumbo a tiempo.
Frente a la incertidumbre, la clave ahora es la flexibilidad y la inmediatez para tomar decisiones. Como ocurre casi siempre, será más fácil moverse en lancha que en un transatlántico, ya que poseen mayor maniobrabilidad. Sí, estamos frente a un contexto de corto plazo que no alienta grandes inversiones, porque el riesgo de Icebergs es alto.
Bienvenidos a una nueva era en el planeamiento. El de la flexibilidad y un instrumental permanentemente actualizado.
(*) Magister in Business Administration (Universidad de San Andrés)
Nota completa publicada en Revista Énfasis edición junio 2023.