El comercio exterior argentino cerró el año 2024 con un superávit histórico de 18.899 millones de dólares, el más alto desde que se tienen registros, según cifras del INDEC. Este desempeño consolidó a la actividad como un componente esencial para el equilibrio macroeconómico del país, en un contexto regional volátil y con fuertes restricciones internas. Lucas Bianchi, CEO y fundador de Interborders, elaboró un artículo donde analiza los indicadores más relevantes de la actividad económica. En el texto se destaca que este resultado no solo responde a la coyuntura, sino también a la composición estructural del intercambio: una matriz exportadora dominada por el agro y una importadora centrada en la industria.
Los productos agroindustriales, especialmente la soja, el maíz y el trigo, representaron más del 45% de las ventas externas durante 2024. Este predominio de commodities mantiene a la Argentina en una posición sólida en los mercados globales, aunque también revela una dependencia de pocos rubros. Por el lado de las importaciones, la mayor parte estuvo vinculada a bienes de capital, insumos intermedios y energía. “Las importaciones están fuertemente vinculadas a la industria”, señala el informe de Bianchi, subrayando el carácter estratégico de estos flujos para el aparato productivo nacional.
Brasil se mantuvo como el principal socio comercial argentino, tanto en exportaciones como en importaciones. El intercambio bilateral superó los 20.000 millones de dólares anuales, con una fuerte presencia de bienes intermedios, piezas para bienes de capital y productos manufacturados. Las rutas terrestres hacia el país vecino, especialmente los pasos fronterizos como el de Paso de los Libres–Uruguaiana, se vieron exigidas por el volumen del flujo, evidenciando la necesidad de mejoras en infraestructura y coordinación binacional.
China, por su parte, se posicionó como el segundo proveedor de bienes para Argentina, con un fuerte componente de productos intermedios y bienes de consumo. Las distancias marítimas imponen condiciones distintas: el tiempo de tránsito, la gestión de contenedores y los costos portuarios cobran una relevancia aún mayor. En este sentido, Bianchi advierte que la logística es un factor que “puede potenciar o frenar la competitividad exportadora”, especialmente cuando los márgenes dependen de eficiencias acumuladas en toda la cadena.
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Alivio en las importaciones energéticas
Una novedad durante el último trimestre de 2024 fue la caída en las importaciones energéticas, particularmente de gasoil y gas natural licuado, como resultado del aumento de la producción local de petróleo y gas. Este fenómeno alivió la balanza comercial y redujo la presión sobre los puertos, donde suelen producirse cuellos de botella en invierno por la congestión de buques tanque. El crecimiento del sector Oil & Gas, especialmente en Vaca Muerta, también obliga a repensar la logística interna, con más inversiones en oleoductos, plantas de licuefacción y sistemas de transporte por ferrocarril.
Desde el punto de vista operativo, la digitalización de los procesos aduaneros emerge como una herramienta clave para agilizar y transparentar el comercio exterior. “La digitalización es uno de los factores que puede mejorar la competitividad”, asegura Bianchi. Plataformas como la Ventanilla Única de Comercio Exterior (VUCE) y herramientas privadas de trazabilidad permiten reducir tiempos de despacho, minimizar errores y optimizar la toma de decisiones en tiempo real. No obstante, la cobertura de estas soluciones aún es desigual, y muchos operadores medianos o pequeños continúan enfrentando obstáculos burocráticos y falta de interoperabilidad entre sistemas.
Mirando hacia 2025, el panorama presenta oportunidades y desafíos. La reconversión energética del transporte, con el uso de biocombustibles y tecnologías más limpias, aparece como un horizonte inevitable, tanto por presión normativa como por exigencias del mercado global. Asimismo, la diversificación de destinos, más allá de los tradicionales Brasil, China, Estados Unidos y Chile, requerirá redes logísticas más complejas y resilientes. Empresas como Interborders apuestan a integrar tecnología, asesoramiento aduanero y eficiencia operativa para posicionarse como aliados clave en este proceso.
En definitiva, el superávit récord de 2024 es una señal alentadora, pero su sostenibilidad dependerá de la capacidad para modernizar la infraestructura, digitalizar procesos y asegurar previsibilidad normativa. Como concluye Bianchi, “la logística es un actor estratégico que puede potenciar o frenar la competitividad exportadora. En Interborders trabajamos para ofrecer trazabilidad, eficiencia operativa y asesoramiento aduanero que minimice costos y tiempos para las empresas argentinas». La clave estará en lograr que cada mejora operativa se traduzca en una ventaja concreta para las empresas del país.