La sostenibilidad en los empaques dejó de ser un objetivo aspiracional para convertirse en una necesidad estratégica en la industria de bienes de consumo. Así lo evidencia el nuevo informe global comisionado por Avery Dennison, que detalla cómo pequeños avances en reciclabilidad pueden tener un alto impacto ambiental. Según el documento, “una mejora del 1% en las tasas de reciclaje podría evitar que unas 2.000 toneladas de plástico terminen como desecho cada año” en industrias como el embotellado.
El estudio, titulado “Etiquetas autoadhesivas y su papel en la creación de embalajes circulares”, ofrece una radiografía precisa del estado actual del embalaje sostenible y propone soluciones innovadoras como las etiquetas inteligentes con “liberación limpia”, que permiten una separación más eficiente durante el reciclado. Este tipo de innovación no solo mejora la calidad del material reciclado, sino que también facilita la reutilización en nuevos envases, reduciendo la dependencia de plásticos vírgenes.
La meta de los jugadores de peso
Uno de los datos más contundentes que presenta el informe es que casi todas las grandes marcas de consumo masivo tienen como objetivo alcanzar el 100% de empaques reciclables, reutilizables o compostables para el año 2030. En línea con esta meta, el presidente de Materials Group en Avery Dennison, Ryan Yost, señaló: “Las empresas enfrentan una presión creciente de consumidores, reguladores y minoristas para priorizar la economía circular, y las innovaciones en los empaques son parte esencial de sus estrategias”.
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El documento también resalta el papel clave de la percepción del consumidor. Cerca del 31% de los encuestados considera que el embalaje sostenible es uno de los tres principales problemas ambientales que las marcas deben abordar. Esta percepción pública está directamente relacionada con decisiones de compra, lo que impulsa a las compañías a adoptar soluciones visibles, como el etiquetado ecológico o materiales reciclados que reduzcan la huella de carbono.
La investigación destaca además el contexto global del problema: el consumo de plástico se ha cuadruplicado en tres décadas, y actualmente representa el 3,4% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Casi el 40% de los residuos plásticos proviene directamente de embalajes. Frente a este escenario, regulaciones como el Reglamento de Embalajes y Residuos de Embalajes (PPWR) en Europa imponen estándares más exigentes, como que al menos el 10% de los envases de bebidas sean reutilizables para 2030.
En este marco, Avery Dennison plantea una hoja de ruta basada en datos, innovación tecnológica y colaboración multisectorial. Su white paper, elaborado con información de empresas, recicladores y organismos de nueve países, se presenta como “una herramienta práctica” para avanzar hacia modelos de circularidad más efectivos. Desde soluciones como el uso de PET y HDPE reciclados, que generan un 70% menos de emisiones, hasta mejoras de diseño que faciliten el reciclaje, el desafío ya no es solo técnico, sino estratégico.

