Pero una vez recibidas las órdenes comienza otro proceso igualmente complejo y desafiante: atender esa demanda en los plazos convenidos y hacerlo económicamente para servir al interés de la empresa y sus partes interesadas (propietarios/accionistas, empleados, estado, comunidad, proveedores).
Todo comienza con un buen plan. El aprovisionamiento, la producción, la distribución son actividades que requieren de anticipación en relación con el momento de servicio a la demanda, incluso anticipación a la efectiva recepción de las órdenes. Inventarios de insumos, materiales, y producto en proceso y terminado deben desplegarse en previsión de una demanda incierta. Equipos, mano de obra, energía y servicios deben disponibilizarse hasta que un programa los convoca a la efectiva ejecución de una tarea específica e irreversible, que si está alineada con los objetivos de servicio a la demanda y eficiencia económica nos acercará al éxito empresario y si no frustrará el esfuerzo comercial y/o el rendimiento financiero.
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Un buen plan proveerá a los decisores de la visibilidad necesaria para comprometer los recursos operativos y servir tan altos intereses. Pero lograrlo con clientes segmentados por sus necesidades específicas, con decenas o centenares de productos, que compiten por los mismos recursos productivos, espacio de almacenamiento y transporte (y capital de trabajo!) demanda habilidades complejas, herramientas avanzadas y conocimientos específicos, que no están al alcance de todas las empresas.
Hasta hace poco cada empresa debía procurarse esas habilidades en casa. Invertir en sistemas avanzados (o contentarse con los límites de un libro en Excel), modelizar su particular solución de compromiso servicio a la demanda – inversión en inventarios – costo operativo, y entrenar recursos internos para recurrentemente cada año, mes, semana y día producir planes y programas y adecuarlos sobre la marcha – acelerar / frenar – para contener novedades de demanda o supply.
Este enfoque tenía sus riesgos inherentes, distraía recursos económicos del negocio, y se enfrentaba a la frustración por la natural variabilidad de todos los componentes del problema – incertidumbre en la demanda, en los abastecimientos, en la respuesta del piso de operaciones, en la información disponible, en la adaptación de los planeadores y programadores a la resolución de los múltiples trade-off’s implícitos.
En el pasado reciente ha aparecido un enfoque alternativo que está ganando adeptos a gran velocidad: la planeación como servicio (PaaS por su acrónimo en inglés).
Si uno ingresa “Planning as a Service” (encomillado para más precisión) en el buscador de Google recibirá más de 600 mil hallazgos, con decenas de oferentes que atienden centenares de clientes grandes y no grandes, en todos los sectores de actividad, en una modalidad donde la generación de los planes y programas y su presentación a los decisores para aprobación o enmienda se terceriza en una empresa especialista en planear.
Estas empresas poseen la tecnología y el conocimiento para conectarse con los sistemas transaccionales de sus comitentes, y producir con soluciones propietarias y expertos en planeación, los planes y programas que sus comitentes necesitan en los plazos y frecuencias propios de cada industria.
Los resultados que informan sus comitentes en aumento de la calidad de servicio, rotación de inventarios, disminución de write-off’s y descuentos para evitarlos, y otros indicadores de desempeño en relación con el modelo precedente, son altamente destacados.
Los proveedores PaaS reparten la inversión en sistemas avanzados, middle software e infraestructura en la nube entre muchos comitentes – en lugar de la inversión local que cada uno afrontaría en la solución “in-house”- y el tiempo de los planeadores y programadores se aprovecha en un porcentual muy difícil de lograr en el enfoque clásico.
En definitiva, como casi siempre en el outsourcing, la solución tercerizada es más económica que la interna. Pero las ventajas no terminan allí.
Un párrafo final sobre los riesgos que ya anticipo están rondando en la cabeza del lector. Toda innovación “asusta” y puede inmovilizar, impidiendo considerar una alternativa por sus reales méritos.
En la tabla abajo recogemos los más habituales en la discusión que rodea a la adopción del PaaS y los mecanismos que proveedores del servicio y comitentes adoptan para su mitigación:
Nota completa publicada en RevistA Énfasis edición agosto 2024. Ingresá aqui.