Conducción autónoma: los niveles que definen el futuro del volante

 |   10 de abril del 2025
Conducción autónoma: los niveles que definen el futuro del volante

La conducción autónoma se ha convertido en uno de los pilares de la transformación automotriz. Lejos de la ciencia ficción, hoy existen vehículos capaces de moverse sin intervención humana en ciertas condiciones, y otros que ya incorporan inteligencia artificial para resolver escenarios complejos. Sin embargo, no todos los autos que se promocionan como “autónomos” ofrecen las mismas prestaciones. Por eso, en 2014, la Society of Automotive Engineers (SAE) definió una escala de seis niveles que clasifica con precisión el grado de automatización de cada modelo.

El nivel 0 representa la ausencia total de autonomía: el conductor es responsable de todas las funciones del vehículo, aunque el auto pueda contar con asistencias puntuales como el frenado automático. A partir del nivel 1, los vehículos comienzan a ofrecer funciones de ayuda, como control de crucero adaptativo o asistencia de mantenimiento de carril, pero sin combinarlas. El nivel 2 ya permite delegar dirección y velocidad simultáneamente, como ocurre con sistemas como Autopilot de Tesla o Super Cruise de GM, aunque siempre bajo vigilancia humana.

El verdadero punto de quiebre llega con el nivel 3, que permite al conductor desentenderse momentáneamente mientras el vehículo se hace cargo de la conducción bajo condiciones específicas. El Mercedes-Benz Drive Pilot, por ejemplo, fue homologado en Alemania para operar en este nivel, aunque restringido a velocidades bajas y autopistas. La frontera técnica y legal se vuelve más exigente a medida que se asciende en la escala: el nivel 4, con robotaxis como los de Waymo en Phoenix, ya no requiere intervención humana dentro de áreas geográficamente delimitadas.

El nivel 5, en cambio, permanece como una aspiración lejana. Este grado de autonomía implica que el vehículo pueda operar sin restricciones, en cualquier entorno, sin volante ni pedales. Si bien algunos prototipos lo anticipan, los desafíos legales, técnicos y sociales lo alejan de una implementación comercial inmediata. En este contexto, fabricantes como Nissan apuestan por soluciones intermedias que combinen inteligencia artificial, sensores avanzados y capacidades de aprendizaje adaptativo para reducir el margen de error humano sin eliminar del todo al conductor.

El nuevo sistema ProPILOT que la firma japonesa planea lanzar en 2027 incorpora tecnologías como el software Wayve AI Driver y sensores LiDAR de última generación. Wayve, una startup británica, desarrolla un modelo de inteligencia artificial capaz de aprender de forma continua a partir de datos del mundo real, lo que permite una conducción más precisa y adaptable a condiciones dinámicas. A diferencia de otros enfoques más estructurados, esta solución permite operar de manera confiable tanto en autopistas como en entornos urbanos.

El camino hacia la conducción autónoma no es lineal ni homogéneo. Mientras algunos modelos ofrecen funciones básicas de asistencia, otros se acercan a una conducción sin intervención humana en tramos específicos. En todos los casos, entender con claridad el nivel de autonomía que ofrece cada vehículo resulta esencial para los consumidores, los fabricantes y los reguladores, especialmente cuando los errores de percepción pueden generar riesgos concretos en la seguridad vial.

De la asistencia al volante a la inteligencia total: la escala que ordena una revolución

Aunque los avances tecnológicos son notables, el concepto de “auto autónomo” todavía genera confusión. Muchas personas suponen que ciertos modelos, como los Tesla equipados con Autopilot, pueden conducirse solos de principio a fin. Sin embargo, estos sistemas operan en el nivel 2 de la clasificación SAE y requieren supervisión humana constante. Esta diferencia es clave: mientras más alto el nivel, menor es la intervención del conductor, pero también mayores son los requisitos tecnológicos, legales y éticos.

La SAE —una organización global con autoridad normativa en ingeniería del transporte— desarrolló esta clasificación para establecer estándares comunes y facilitar la comunicación entre fabricantes, reguladores y usuarios. Gracias a esta escala, es posible identificar con claridad qué tareas asume el vehículo y bajo qué condiciones. Esto permite no solo evitar malentendidos, sino también desarrollar normativas específicas para cada estadio del avance tecnológico.

A medida que la conducción autónoma se expande, también lo hacen los interrogantes. ¿Quién es responsable en caso de un accidente sin conductor? ¿Qué sucederá con los empleos en el transporte profesional? ¿Cómo se adaptarán las ciudades a una circulación sin humanos al volante? La clasificación SAE no resuelve estas preguntas, pero ofrece un marco para abordarlas con realismo. Porque entender dónde estamos es el primer paso para saber hacia dónde vamos.

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Lucas Facundo Martínez

Redactor, periodista y Community Manager para Énfasis Logística Sudamérica desde 2019. Estudiante avanzado de la carrera de Ciencias de la Comunicación, en Facultad de Ciencias Sociales (UBA). Experiencia como asistente de marketing en ConkerU Consulting, organización de asesoría en comunicación.

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