Argentina presenta un marcado desequilibrio en su transporte de mercancías: el 92% de la carga se mueve por carretera, mientras que ferrocarril y navegación interior comparten apenas un 8% restante. Este predominio del camión contrasta con otros países de dimensiones comparables, como Estados Unidos, Australia y Brasil, donde la distribución modal es más equilibrada, reduciendo la dependencia de un solo medio y optimizando la logística nacional. La falta de inversión en infraestructura fluvial limita la competitividad y frena el potencial económico de regiones clave del país.
El transporte por barcaza surge como una alternativa eficiente y sustentable frente al camión y al tren. Una sola barcaza puede transportar el equivalente a 37 vagones o 50 camiones, con un consumo de combustible significativamente menor: hasta 250 km por tonelada y litro de combustible, frente a 90 km para el tren y apenas 23 km para el transporte automotor. Esta eficiencia energética se traduce en una reducción notable de costos y en un menor impacto ambiental, consolidando a la vía fluvial como un modo de transporte estratégico para la economía argentina.
En términos de emisiones de CO₂, el transporte terrestre genera entre 5,5 y 16,5 kg por tonelada y kilómetro, mientras que el ferrocarril se ubica entre 0,65 y 1,95 kg. La barcaza, por su parte, representa la opción más limpia, con emisiones de apenas 0,5 a 1,5 kg por tonelada y kilómetro. Esta ventaja ambiental es un argumento clave para promover la expansión de canales navegables, en línea con políticas de desarrollo sostenible y eficiencia energética que buscan disminuir la huella de carbono del transporte de mercancías en Argentina.
Te podría interesar: “Ya no se trata de mover productos, sino de construir una experiencia completa”
Cuencas con potencial
El país cuenta con cuencas estratégicas con alto potencial productivo, como el Río Bermejo, el Carcarañá-Río Tercero y el Río Negro. Estas regiones concentran gran parte de la producción agroindustrial nacional y podrían ver incrementada su capacidad exportadora mediante un transporte fluvial optimizado. Por ejemplo, la cuenca del Bermejo, ubicada en el norte, genera más de 10 millones de toneladas anuales de productos agroindustriales, con un potencial ingreso de divisas superior a 8.900 millones de dólares, cifra que podría aumentar significativamente al mejorar la logística fluvial.
La cuenca del Carcarañá-Río Tercero, que abarca Córdoba y Santa Fe, concentra 43 millones de toneladas de producción agroindustrial, equivalentes a 20.489 millones de dólares en potencial exportable. Su integración al sistema de vías navegables requeriría obras como esclusas, vertederos y rectificación de meandros para garantizar un caudal mínimo de 66 m³/s. Estos trabajos permitirían transportar grandes volúmenes de manera eficiente, reduciendo costos logísticos y reforzando la competitividad regional.
En el sur, la cuenca del Río Negro se destaca por su producción frutícola, con más de 1,4 millones de toneladas de frutas y un potencial de ingresos de casi 2.900 millones de dólares. La canalización de este río permitiría optimizar la exportación de productos perecederos y fortalecer la industria hidrocarburífera local, que ya ha mostrado un crecimiento sostenido desde la explotación de shale gas y petróleo. Mejorar la infraestructura fluvial en esta región no solo impulsaría la economía local, sino que también conectaría mercados nacionales e internacionales con mayor eficiencia.
Te podría interesar: Apertura y desregulación: claves para el futuro del comercio exterior argentino
El desarrollo de canales navegables requiere un enfoque integral de financiamiento. Se recomienda combinar recursos nacionales y provinciales con asociaciones público-privadas, emisión de bonos y acceso a fondos internacionales de sostenibilidad y cambio climático. Este modelo permitiría distribuir riesgos, reducir costos y garantizar el mantenimiento de puertos, esclusas, puentes y dragados, asegurando la continuidad y la eficiencia del transporte fluvial a lo largo del tiempo.
Invertir en la modernización de la infraestructura fluvial argentina es una decisión estratégica para aumentar la eficiencia logística, reducir emisiones y potenciar las economías regionales. Si bien la canalización y el mantenimiento implican costos iniciales importantes, los beneficios superan ampliamente los gastos: menor congestión vial, ahorro energético, integración de mercados y desarrollo económico de zonas remotas. La barcaza se perfila como la herramienta clave para conectar y fortalecer la producción argentina en un marco sustentable y competitivo.

