Ingresos Brutos es el impuesto que corresponde a las actividades autónomas, actos u operaciones que consiste en la aplicación de un porcentaje sobre la facturación de un negocio, independientemente de su ganancia, según la página web argentina.gob.ar
En Argentina 1870 razones sociales operan 3300 agronomías que intervienen con transacciones y servicios para atender las necesidades de más de 70.000 productores agropecuarios, en un mercado de insumos que tiene un valor de aproximadamente 12.000 millones de dólares.
Y en ese mercado dinámico, el canal de distribución del agro tiene una rentabilidad muy ajustada. Los valores de rentabilidad bruta más frecuentes que relevamos oscilan entre 7 y 10 por ciento de la facturación. Sostener una oferta de servicios con esa rentabilidad, es cada vez más difícil y ajusta mucho al canal de distribución.
Las consecuencias del impacto fiscal
Pero, revisando esta realidad, el impacto fiscal erosiona cada día más la posibilidad económica del canal. Dentro de este tema, el Impuesto a los Ingresos Brutos que presenta alícuotas que oscilan entre 3% y 7% de la facturación bruta, dependiendo de las provincias en las que operan las agronomías, se lleva del 40 al 70% de la rentabilidad bruta. ¡¡Un despropósito económico!!
Si a ese impacto fiscal, le sumamos las tasas municipales, el impuesto a los créditos y débitos bancarios, la actividad del Canal de Distribución del Agro enfrenta un alto riesgo de desaparecer al no poder operar en forma rentable.
Es imprescindible, realizar una reestructuración fiscal, ajustando las alícuotas a la realidad de los negocios, teniendo una mirada más enfocada en cada sector, de manera tal que el impacto impositivo deje de ser confiscatorio y permita una oferta de servicios profesional para los productores agropecuarios y para las empresas proveedoras de insumos. Si no, veremos una pérdida de bocas comerciales y una caída de los servicios a los usuarios en el agro.