Uno de los sectores que más depende de una adecuada logística es la alimentación, dado que se trata de productos perecederos, es importante poder trasladarlos de un lugar a otro en condiciones óptimas y de la forma más rápida posible.
Recientemente, se ha celebrado en Argentina la feria Agrotendencias 2013 que reúne a la Federación de Acopiadores de Cereales y en la que se analizan todas las tendencias que influyen en el comportamiento de los mercados agropecuarios.
Durante la ponencia de Leandro Pierbattisti, uno de los asesores de la Federación, se puso de relieve la vital importancia que tiene la logística en el sector de los cereales a lo largo de todo el continente americano.
En EEUU, en lugares como Illinois, el principal medio empleado para el transporte de cereales son las barcazas, mientras que en Brasil los cereales se transportan habitualmente en camión. El elevado coste de los tasas portuarias en Brasil frente al coste que tienen en EEUU, así como las deficientes infraestructuras brasileñas hacen que en cómputo global aunque Brasil produce mayor cantidad de cereal que EEUU, es mucho menos competitiva en el sector puesto que los costes a los que tiene que hacer frente son mayores al no existir una buena red logística que permita transportar los cereales de un lugar a otro rápidamente y con un coste más asequible.
Nadie duda que la revolución agrícola norteamericana y el éxito de la misma está ligada a un buen desarrollo de la logística, permitiendo el transporte de las mercancías en camiones, barcas, aviones y ferrocarril. Oportunidad que, sin embargo, no se encuentra en muchos países de América Latina.
Por lo que se refiere a la situación en Argentina, Pierbattisti destacó en su ponencia que el problema para la competitividad de los cereales argentinos era el mismo que tenían los cereales brasileños, un escaso desarrollo de la logística en la zona. En la actualidad, el 85% del cereal producido en el norte del país se transporta en camiones, pero durante los últimos años el Gobierno no ha hecho las inversiones necesarias para mejorar la red de carreteras, invirtiendo en ellas apenas un 2% del PIB. A ello hay que añadir que las empresas privadas tampoco invierten en sus activos y la media de antigüedad de los camiones que circulan por el país es de 22 años, cuando la obsolescencia de estos vehículos suele marcarse a los 20 años.
El asesor de la Federación de Acopiadores de Cereales concluyó su ponencia afirmando que para mejorar la competitividad se hace imprescindible una inversión pública en infraestructuras así como una inversión privada de las empresas en sus propios activos; articulándose además planes estratégicos que cuenten con la intervención e integración de todos los sectores afectados.