Por: Ramón García, Director General del Centro Español de Logística (CEL).
Más allá de la colaboración se encuentran otras herramientas que pueden asegurar una mejor gestión de los recursos, como es el uso de tecnologías. Y es que, si en el ámbito de la logística la tecnología ya juega un papel crucial, cuando hablamos de emergencias su papel resulta imprescindible.
Algunas soluciones clave que permiten el uso de la tecnología junto a la digitalización incluyen: Plataformas TMS para optimizar rutas y garantizar la entrega eficiente de suministros; sistemas de gestión de inventarios en tiempo real, que facilitan la identificación de recursos disponibles y su distribución estratégica; Big Data e inteligencia artificial (IA), que ayudan a prever la magnitud del impacto de un desastre y permiten tomar decisiones más informadas; o plataformas de colaboración como Standtrack, que mejora la trazabilidad y transparencia en la distribución de la ayuda, evitando pérdidas o desvíos a través de un código único interoperable.
Prepararse hoy para responder mañana
La gestión logística es un pilar fundamental en la respuesta a emergencias y catástrofes. No se trata solo de reaccionar con rapidez cuando ocurre un desastre, sino de anticiparse, mitigar su impacto y garantizar que la ayuda llegue de forma eficiente a quienes más lo necesitan. En este contexto, el papel logístico es crucial, ya que permite movilizar recursos en tiempo récord y coordinar esfuerzos entre múltiples actores.
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Desde el Centro Español de Logística (CEL) llevamos décadas impulsando modelos de gestión más eficientes que mejoran la capacidad de respuesta ante situaciones críticas. A través de formación, estudios, proyectos y alianzas con empresas y administraciones, fomentamos la aplicación de nuevas tecnologías, la mejora de procesos y el desarrollo de planes de actuación que permitan una logística más ágil y eficaz en momentos de crisis.
Más allá de la logística humanitaria, la reciente oleada de incidentes críticos, como el apagón en España que afectó a miles de empresas el pasado mes de abril, ha puesto en evidencia una realidad común: muchas organizaciones aún no cuentan con planes de contingencia eficaces. Esta falta de preparación puede suponer pérdidas económicas graves y una ralentización en la entrega de ayuda en situaciones de emergencia.
Por eso es clave situar la resiliencia en el centro de la estrategia logística. No como una respuesta puntual, sino como un criterio transversal que guíe el diseño de nuestras operaciones. En este sentido, herramientas como la norma ISO 28000 ofrecen un marco de referencia claro para integrar la seguridad en la cadena de suministro, identificar riesgos, establecer protocolos y garantizar la continuidad del negocio.