Las empresas logísticas argentinas coinciden en que la gestión del talento hoy debe articular sostenibilidad, transformación digital y una mirada estratégica de largo plazo. La agenda hasta 2030 exige incorporar prácticas responsables –diversidad, economía circular y cuidado ambiental– sin dejar de responder a la presión por optimizar costos y tiempos en un mercado globalizado. Ante esta disrupción, los equipos requieren perfiles capaces de interpretar variables complejas, tomar decisiones ágiles y mantener un “mindset” digital que les permita anticiparse a cambios constantes.
Entre las habilidades más valoradas para los líderes logísticos destacan la adaptabilidad tecnológica, el pensamiento analítico y la visión estratégica. A ello se suma la gestión del cambio: comunicar con claridad, movilizar equipos y sostener la resiliencia organizacional. En un entorno volátil, la capacidad para leer con rapidez los datos del negocio y traducirlos en acciones concretas –desde la planificación de rutas hasta el control de inventarios– marca la diferencia entre operar de forma reactiva o proactiva.
La digitalización redefine los procesos de aprendizaje y las expectativas sobre el talento. Herramientas de análisis de datos e inteligencia artificial aceleran la disponibilidad de información en tiempo real, exigiendo profesionales que no solo dominen la tecnología, sino que sepan interpretarla y aplicarla al negocio. Esto desplaza el foco de tareas manuales hacia funciones de mayor valor agregado –diseño de estrategias, mejora continua y liderazgo de proyectos– e impulsa la adopción de plataformas de e‑learning y entornos colaborativos virtuales.
Retener ese talento se ve obstaculizado por la alta rotación en perfiles digitales, la competencia con otros sectores que ofrecen mejores salarios y la inestabilidad económica local. A ello se suma la dispersión geográfica de muchas operaciones y la falta de programas de formación continua y planes de carrera claros. Sin un paquete de beneficios competitivo, oportunidades de crecimiento y un clima de trabajo positivo, los profesionales buscan alternativas en industrias con entornos más atractivos.
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Tres pilares del liderazgo
Para enfrentar estos desafíos, el liderazgo debe sustentarse en tres pilares: un enfoque centrado en el cliente, un dominio profundo de las variables de negocio (costos, regulaciones y técnicas) y una ejecución eficiente de las estrategias. Los líderes deben ser capaces de tomar decisiones rápidas sin perder de vista el factor humano, combinando análisis riguroso con cercanía a sus equipos y visión de futuro.
Desarrollar estas competencias implica diseñar programas de mentoría y coaching, así como mesas de calibración periódicas donde los responsables de Recursos Humanos y de área evalúan el desempeño y potencial de cada colaborador. La rotación interna de proyectos y la formación en entornos multidisciplinarios facilitan la adquisición de nuevas habilidades y refuerzan la cultura de reinvención continua.
Fomentar un liderazgo colaborativo requiere integrarlo en la estrategia de negocio mediante metodologías claras –gestión de proyectos, indicadores de desempeño y espacios de encuentro entre áreas– que permitan abordar problemas de forma conjunta. Crear estructuras ágiles y procesos definidos ayuda a derribar silos y a establecer un lenguaje común para la resolución de conflictos y la innovación compartida.
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Identificar y promover talento pasa por combinar evaluaciones objetivas –tanto de skills técnicas como blandas– con planes de desarrollo personalizados. Las mejores prácticas incluyen la movilidad interna, programas de reconocimiento, feedback continuo y la implementación de sistemas de gestión de talento que monitoreen competencias y desempeño, asegurando que los más prometedores cuenten con desafíos a su medida.
De cara al futuro, el talento logístico en Argentina estará marcado por la capacidad de aprender y desaprender con rapidez, adaptándose a herramientas cada vez más automatizadas y a modelos de trabajo flexibles o remotos. Aunque la tecnología seguirá ganando terreno, las habilidades humanas –comunicación, inteligencia emocional y colaboración– serán las que definan a los líderes capaces de guiar organizaciones hacia una competitividad sostenible y resiliente.