Los argentinos miran cada vez más a Brasil, más precisamente la cotización del real y la marcha de la actividad económica, por sus posibles efectos negativos sobre la Argentina. Y no ponen la mira en el impacto doméstico de la crisis internacional, que va más allá de la cotización del real o de la soja, porque la cadena mundial de pagos está comprometida por la deuda de buena parte de los Estados, el deterioro patrimonial de los bancos y el escenario recesivo. De todos modos, Brasil es una correa de una crisis que cada vez se expande más, sin que se vislumbre una salida. Y que impacta porque el vecino país fue, durante todos estos años, una plaza financiera de primer orden, por los altos rendimientos especulativos que ofrecía, de la mano de una altísima tasa de interés y la revalorización de su moneda.
Justamente, la preocupación con Brasil se aceleró a partir de los primeros días de septiembre, cuando el gobierno de Dilma Rousseff decidió bajar la tasa de interés y anunciar que la seguiría bajando. Lo hizo para introducir una variante en su política cambiaría como consecuencia del crítico escenario internacional y de la fuerte revalorización que tuvo en todos estos años su moneda, el real. Así, en pocos días, el dólar subió en Brasil de 1,59 a más de 1,90 reales -un incremento de más del 20%- y sus efectos se hicieron sentir, y muy fuerte, en la Argentina. «El cambio de la política llevada adelante por Dilma Rousseff obedece, fundamentalmente, al proceso de pérdida de competitividad que viene arrastrando Brasil desde 2008, con una constante apreciación de su moneda, a causa de la importante afluencia de capitales y a la apreciación del tipo de cambio real», reconoce Dante Sica, director de la consultora abeceb, quien precisa que «la economía brasileña mostró una merma en el crecimiento, con una variación de apenas el 0,3% con respecto al primer trimestre de 2011 y un 3,1% en la comparación interanual durante el segundo trimestre, por debajo del 7,5% de 2010».
«Esta desaceleración la lidera la industria manufacturera, que no sólo hace un año que no crece, sino que no logró superar el pico de 2008 previo a la crisis internacional», señala el último informe de Econométrica. Esa desaceleración también se refleja en las ventas de inmuebles nuevos en San Pablo, que cayeron un 14,3% en julio con relación a igual mes del año pasado, mientras que por la acumulación de stocks, varias terminales automotrices suspendieron por varios días al personal para desagotar las unidades acumuladas en las concesionarias y en las playas de las empresas. Al mismo tiempo, empezó a registrarse una retracción del turismo brasileño por la devaluación del real y el encarecimiento de los precios «en dólares» en la Argentina. Más importante es que, por primera vez en mucho tiempo, la semana pasada hubo una salida neta de capitales de US$1.191 millones, revirtiendo el flujo positivo por US$2.614 millones que se había acumulado en los 12 primeros días del mes, según informó el Banco Central do Brasil. El jueves pasado tuvo que vender «dólares a futuro» ante la evidencia de que el dólar podía alcanzar los 2 reales. Esta fuga de capitales de Brasil realimenta la salida de divisas de la Argentina.
Estos datos son centrales porque Brasil tiene un fuerte déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos, equivalente a 2,3% del PBI, ya que los servicios y los intereses de la deuda son muy superiores al superávit del comercio exterior. Y ese rojo -que en los 7 primeros meses de 2011 sumó casi US$29.000 millones- se financió, y con exceso, con inversiones directas y el ingreso de préstamos y créditos, aprovechando la alta tasa real de interés. Ahora, con la perspectiva de una menor actividad y menor tasa de interés real, esas inversiones directas podrían disminuir y reducirse -y más bien retirarse- una parte de los capitales especulativos.
La guerra se acerca Con este escenario, y previendo una mayor «guerra comercial» en un mundo marcado por la recesión económica, la ministra de Industria, Débora Giorgi, confirmó que la protección del mercado interno que se estableció por la vía de las licencias no automáticas para productos importados será acompañada de un acuerdo con Brasil para subir el arancel externo común a productos que ambas naciones importan desde China y el Sudeste Asiático. La propuesta es que cada país pueda modificar y ampliar el listado de productos que tienen exención arancelaria e implementar algún mecanismo en el marco de la OMC de «salvaguardia cambiaría» que permita resguardar al mercado regional del ingreso de capitales especulativos originado por las fluctuaciones de las monedas de los países desarrollados.
Todo esto indica que la nueva fase de la crisis internacional, su impacto en Brasil y la eventual incidencia sobre los precios de las materias primas, irán marcando el ritmo a la economía argentina que arrastra desequilibrios propios, como el creciente déficit fiscal, el achique del superávit comercial, la salida de divisas, la merma de las reservas y las dificultades para afrontar «con reservas» los pagos de 2012, sin un fuerte ajuste del tipo de cambio o el incremento de la tasa de interés.