La falta de resolución del conflicto comercial entre la Argentina y Brasil cayó como un balde de agua fría en las terminales automotrices, que confiaban en que los negociadores de ambos gobiernos pudieran ponerse de acuerdo y levantar esta misma semana las trabas que afectan las importaciones de vehículos en el socio mayor del Mercosur.
«En la medida en que esto se sigue prolongando, a nosotros nos sigue generando cada vez mayor preocupación», dijo ayer el presidente de la Asociación de Fábricas de Automotores (Adefa), Aníbal Borderes.
Aunque como gesto de buena voluntad para facilitar las reuniones del lunes y martes en Buenos Aires Brasil habilitó la entrada de los vehículos que habían sido embarcados antes del establecimiento de las nuevas licencias no automáticas de importación (LNA), hace dos semanas, el gobierno de Dilma Rousseff insiste en mantener esas restricciones, que afectan a los autos de todos los orígenes, pero especialmente los de la Argentina.
Según Borderes, «hasta ahora las plantas siguen produciendo diariamente, y de esa producción más del 50% debería estar destinada a Brasil. Las demoras en el ingreso de esas unidades generan inconvenientes para atrás en toda la cadena de producción». Las LNA le otorgan a Brasil un plazo discrecional de hasta 60 días antes de autorizar el ingreso de los vehículos. Brasil las comenzó a aplicar como represalia a las reiteradas situaciones en las que la Argentina excede ese plazo en algunas de los 600 rubros a los que aplica licencias.
No hay por el momento cifras oficiales sobre la cantidad de unidades afectadas por las trabas de Brasil, debido a que las terminales aplicaron diversas estrategias frente al freno. En promedio, la Argentina exporta 35.000 unidades mensuales (8000 semanales) a Brasil, más que el resto del mundo en conjunto. Semejante volumen pone en jaque la capacidad de estoqueo que tienen las fábricas automotrices, por lo que los primeros efectos sobre la producción podrían empezar a notarse la semana próxima.
FUENTE: La Nación