Muchas de estas tecnologías existían hace tiempo y fueron ignoradas. Pero el COVID les da el impulso necesario para ser protagonistas del día a día. Se dice que cambios tecnológicos de impacto masivo como los smartphones, las impresoras, las computadoras, cumplen con la ley de las 6D: Digitalización, Decepción, Disrupción, Desmaterialización, Desmonetización, Democratización, desde su lanzamiento hasta el día que se convierten en un fenómeno que cambia todo lo que toca.
Pero, ¿cuántas de estas tecnologías que estaban en su fase de “Decepción” – no aceptadas todavía por el público masivo- están dando el salto a su fase de “Disrupción” en donde van a cambiarlo todo? La videoconferencia, por ejemplo, es una tecnología que existe en las empresas al menos desde los 90, usada en las líneas gerenciales. No llegó a los rangos medios ni a los hogares hasta que la pandemia hizo que cada llamada se convirtiera en una videollamada. Lo mismo está pasando con las compras en línea, el entrenamiento virtual, las fiestas virtuales, solo por mencionar algunos casos.
Muchos mercados van a ser revolucionados por estas nuevas tecnologías y van a sobrevivir aquellas empresas que ya estén cambiando. Los nuevos jugadores van a querer quedarse con todo y los que se resistan al cambio comenzarán un lento declive.
Una gran oportunidad para Argentina
En esta nueva economía, donde todo se hace digital y online, el desarrollo de software tiene muchas de las respuestas. El cambio que trajo el celular en nuestra vida cotidiana fue enorme, pero muchos otros se avecinan: robots que harán las tareas caseras; baterías que son capaces de almacenar energía solar por días para alimentar la casa, el auto, el scooter o la moto; impresoras 3D que imprimirán ropa e incluso comida en casa; drones y vehículos sin chofer que aseguran el delivery, el transporte y la logística.0
El software en sí mismo tiene aún una gran deuda pendiente: hacerle la vida más fácil a la gente común. Un consultor y amigo me recuerda siempre que con “Machine Learning” las máquinas aún no aprenden y con “Artificial Intelligence” todavía no son realmente inteligentes. Y todo esto es imprescindible para lo que se viene. En Argentina no estamos, al menos a la vista, en la carrera del hardware. Pero, sí contamos con empresas desarrolladoras de software de primer nivel con recursos muy capacitados, creativos y con condiciones para competir a nivel mundial. Los Unicornios nacionales son una muestra de ello.
Este fenómeno que se está gestando representa una gran oportunidad para la economía de nuestro país. Para competir en las grandes ligas del software no alcanza el mercado local, se necesitan empresas que exporten a todo el planeta. El software es en principio, recursos humanos e inversión en investigación y desarrollo. Pero, hay algo que nadie dice, su mano de obra hace tiempo que está dolarizada.
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Necesidad de un marco legal competitivo
El COVID dejó al descubierto una situación que pasa hace años. Ahora más que nunca, todos los desarrolladores trabajan desde su casa y saben que pueden hacerlo para cualquier lugar del mundo. Mirándolo desde los países con mejores ingresos, en un mercado mundial con déficit de desarrolladores, la oferta se multiplicó por 10 de un día para el otro.
Por eso, si una empresa quiere tener los mejores recursos tiene que pagar sueldos que sean competitivos con el mercado internacional, que paga los sueldos afuera, en dólares billete y bajo un esquema legal e impositivo menos restrictivo que el nuestro. Esto nos convierte en una opción menos rentable, somos caros.
Mi pregunta es: ¿Cómo vamos a hacer para que nuestras empresas estén en condiciones de competir con el exterior? ¿Va a ser la vuelta a un dólar libre, o la reforma laboral e impositiva, o un mayor control del empleo externo? La única respuesta posible en este momento es la prórroga urgente del Régimen de Promoción de la Ley de Software o la nueva Ley de Economía del Conocimiento. Ya, de inmediato.
Si bien no es la solución al problema, los beneficios de esta ley, que no viene libre de sacrificios y esfuerzos por parte de las empresas que deben trabajar muy duro para estar a la altura y entrar en el régimen, son el estímulo más importante, si no el único. Esto permite que el software subsista en nuestro país y que las empresas, que en este mundo global pueden instalarse donde quieran, elijan quedarse.
Este es un tren que Argentina no debe ni puede perder.
(*) El autor es Gerente General de Enerminds.
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