Por: Juan Pedro Cano (*)
En Argentina se desarrollan proyectos de carbono forestal desde hace más de 15 años en distintas regiones y con diferentes abordajes, en 20.000 hectáreas aproximadamente y con un potencial de mitigación de más de 1.600.000 toneladas de CO2 de los cuales ya se llevan mitigadas más de 500,000 t de carbono. A pesar de los avances a nivel internacional en acordar las reglas para los mercados de carbono, en nuestro país aún hay mucha incertidumbre para que se desarrolle un mercado que sea atractivo y confiable para el desarrollo de este tipo de proyectos.
Hoy existen proyectos en desarrollo y certificación por una superficie de más de 90.000 hectáreas por distintos miembros de la MCFN, lo cual equivale a más de cuatro veces la superficie de la Ciudad de Buenos Aires.
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Las soluciones basadas en la naturaleza y el cambio climático
El mundo se enfrenta a un tremendo desafío: no sobrepasar los 1,5/2°C de calentamiento global durante el siglo XXI, por las graves consecuencias ambientales, sociales, económicas y climáticas que traerá aparejado este aumento de la temperatura, a menos que se logren reducir profundamente las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) de forma urgente.
En este contexto, y como fruto de la implementación de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), los mercados de carbono surgen como una vía para canalizar financiamiento, principalmente privado, para la acción climática. Es un mecanismo que busca ser complementario y económicamente viable al compromiso asumido por muchos países, empresas e individuos para disminuir las emisiones de gases que contribuyen al efecto invernadero, una de las principales causas del cambio climático que está sufriendo el planeta y con los consecuentes impacto negativos sobre la salud de los seres humanos, su seguridad alimentaria, la actividad económica, el agua y otros recursos naturales.
Los mercados de carbono son sistemas en donde gobiernos, empresas e individuos pueden comprar y vender unidades (créditos), ya sea para respaldar las emisiones de GEI o bien para compensarlas. Se busca, mediante mecanismos de mercado, generar incentivos para la captación o disminución de emisiones, volviéndolo viable económicamente.
Hoy hay una gran demanda de proyectos de captura y reducción de emisiones por parte de empresas que quieren equilibrar su huella de carbono, especialmente orientada a soluciones basadas en la naturaleza (NBS por sus siglas en inglés). La oferta de este tipo de proyectos, los NBS, está muy por debajo de la demanda internacional, lo cual se presenta como una oportunidad para atraer inversión en este sector. Esta inversión implica no sólo réditos económicos para los propietarios o poseedores de las tierras sino para los trabajadores necesarios para el desarrollo y el mantenimiento de estos proyectos, además de los beneficios ambientales locales y globales ya mencionados.
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Actualmente, en el mundo hay más de 11.800 proyectos de captura y reducción de emisiones certificados y registrados bajo estándares internacionales. Sin perjuicio de que tan sólo aproximadamente el 6% de dichos proyectos son del sector de la Agricultura, Bosques y Usos del Suelo (AFOLU, por sus siglas en inglés), el potencial de crecimiento es enorme considerando que en 2021 este sector comercializó el 46% de todo el volumen de transacciones del mercado voluntario. La demanda por proyectos de captura y reducción de emisiones certificables y verificables con impacto no sólo en carbono sino en otros servicios ecosistémicos, es cada vez mayor.
Este volumen de proyectos está aumentando rápidamente a medida que hay más demanda por ellos. El valor de los mercados voluntarios globales de carbono casi se cuadruplicó en 2021 hacia USD 2 mil millones, impulsado por proyectos NBS y un aumento de los precios de mercado.
En Argentina, el 10% de las emisiones de gases de efecto invernadero provienen del cambio de uso de la tierra y la silvicultura, es decir de la pérdida y degradación de los bosques y su uso intensivo. Es por eso que los bosques son clave en este contexto: brindan importantes funciones de la naturaleza para la sociedad, contribuyen a la seguridad hídrica mediante la regulación del ciclo del agua, mitigan fenómenos extremos de inundaciones y sequías, preservan los suelos contra la erosión y purifican el aire, y son centrales para la biodiversidad y la preservación de flora y fauna. Asimismo, cumplen un destacado rol en la regulación de temperatura y en el almacenamiento de carbono.
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Por eso, los proyectos de captura o reducción de emisiones de carbono son una oportunidad para generar ingresos económicos a quien, por ejemplo, conserve, haga un uso mejorado o restaure o reforeste bosques. Ante la necesidad de conservar, recuperar nuestros bosques y ecosistemas, este mecanismo se presenta como una alternativa o complemento económico para el sector agroforestal, y de esta forma, una vía para aportar al logro de los compromisos de reducción de emisiones de los países signatarios de la CMNUCC, como lo es Argentina.
(*) Coordinador General de la Mesa de Carbono Forestal Nacional (MCFN). Especialista en gestión ambiental para países emergentes y en vías de desarrollo (TechnischeUniversitätDresden). Maestrando en Planificación y Evaluación de Políticas Públicas (Universidad Nacional de General San Martín). Consultor experto en sustentabilidad y derecho, gestión y política ambiental con casi 15 años de experiencia. Asesora de manera independiente y a través de CICLA.
Nota completa publicada en Revista Énfasis edición noviembre 2023. Ingresá aqui.