Este camino que se presenta hoy como una meseta, pronto nos enfrentará a dar respuesta a numerosos desafíos que deberemos, inexorablemente, abordar. Ahí es donde nuestra intuición, será una de las herramientas más valiosas de este proceso.
Asimismo contener a nuestro equipo, que representa nuestro mayor activo, será fundamental para volver a construir cuando todo esto pase.
Comparándolo con un iceberg, lo que hasta hoy podemos observar es solo una parte. Por debajo de la superficie podemos presumir kilómetros de conflictos que van desde cadenas de pago que se cortan, políticas de apoyo insuficientes, necesidad de infraestructura tecnológica para las nuevas modalidades de trabajo (que también vinieron para quedarse), re-asignación de partidas presupuestarias, adaptación de procesos, dimensionamiento más eficiente de las estructuras de trabajo, todo esto junto con otras tantas actividades que tendremos que realizar para poder competir en un entorno aún más recesivo, donde todas estas actividades las tendremos que ir calibrando, hasta saber que nuestros negocios siguen siendo una alternativa de valor para nuestros clientes en el nuevo escenario que se presente y poder volver, de esta manera, a la senda de la sostenibilidad.
La oportunidad es poner a prueba, una vez más, la potencia de nuestro instinto emprendedor, nuestra capacidad de adaptación al cambio, nuestra templanza y, al mismo tiempo, nuestra capacidad de acción. Se trata de una ocasión única para seguir tendiendo redes de confianza con nuestros colaboradores, clientes y socios estratégicos, porque en estos momentos es donde aparece el verdadero liderazgo que funciona como puente para lograr la unión y así, poder salir adelante.
(*) El autor es CEO de GEA Logistics