Durante décadas, uno de los principales obstáculos para la modernización logística en Argentina ha sido la falta de conectividad en vastas zonas rurales y fronterizas. La ausencia de infraestructura terrestre de telecomunicaciones limita la adopción de soluciones digitales en sectores que dependen de la trazabilidad y el monitoreo continuo. Sin embargo, esta realidad comenzó a transformarse con el avance de las tecnologías IoT por satélite, que habilitan la transmisión de datos en tiempo real desde los puntos más aislados del país. En un entorno donde la eficiencia y la anticipación de fallas logísticas son claves, esta conectividad remota se vuelve una herramienta estratégica.
La implementación de sensores conectados a satélites de órbita baja permite rastrear cargas, monitorear flotas y evaluar condiciones ambientales sin depender de antenas o redes móviles terrestres. Esto adquiere especial relevancia en regiones como la Patagonia, el norte argentino o la extensa llanura pampeana, donde la cobertura celular es irregular o directamente inexistente. “Cuanto más accesible y coherente sea la información, más eficientes serán las acciones”, señaló Oscar Delgado, director de ventas para América Latina de Myriota, empresa que lidera el desarrollo de estas soluciones en la región. La frase sintetiza una lógica de trabajo en la que la digitalización y la conectividad remota se convierten en un recurso productivo.
El lanzamiento de cuatro nuevos nanosatélites en enero de 2025 por parte de Myriota, en colaboración con Spire y SpaceX, marcó un hito para el acceso satelital a bajo costo. Estos equipos, que se sumaron a la constelación UltraLite, operan en órbita terrestre baja y amplían la cobertura sobre países como Argentina, México, Brasil y Chile. Esta infraestructura permite que sensores alimentados por dos simples pilas AA operen durante años, eliminando la necesidad de alimentación local o visitas frecuentes para mantenimiento. Según la empresa, el costo total de propiedad de estas operaciones puede ser hasta 50 veces menor que el de los sistemas tradicionales.
La logística nacional, que enfrenta desafíos estructurales derivados de la dispersión territorial, la falta de infraestructura vial en algunas regiones y la volatilidad de costos, encuentra en el IoT por satélite una alternativa concreta para optimizar procesos. Desde el seguimiento de activos móviles hasta la detección de desvíos en tiempo real, esta tecnología aporta una capa de visibilidad indispensable. Empresas transportistas, operadores de cargas refrigeradas, e incluso compañías agrícolas que gestionan insumos y maquinarias pesadas, pueden tomar decisiones con mayor precisión y rapidez gracias a la información gene.rada por los sensores.
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Este tipo de conectividad no solo permite el seguimiento sino también el mantenimiento predictivo. A través del monitoreo constante, es posible anticipar fallas en motores, detectar desgaste en neumáticos o registrar condiciones de temperatura y humedad que podrían comprometer la integridad de productos transportados. En un contexto como el argentino, donde una falla técnica en una zona remota puede generar pérdidas significativas por la demora en la asistencia, la posibilidad de intervenir antes del problema es un cambio de paradigma.
Un repaso histórico
La historia de los satélites de órbita baja en Argentina no es reciente. A fines de los años 90, el país se posicionó como pionero regional con la aprobación de regulaciones específicas para habilitar el uso de estas tecnologías. La Resolución 2325/97 de la entonces Secretaría de Comunicaciones permitió la instalación de constelaciones no geoestacionarias y abrió el camino para una nueva generación de servicios. Aunque el despliegue comercial demoró más de lo previsto, esa arquitectura normativa sentó las bases para los desarrollos actuales y facilitó la llegada de actores globales como Myriota al mercado local.
La robustez de una red independiente de comunicaciones también ofrece ventajas en contextos críticos. Ante eventos meteorológicos extremos, caídas de red o incidentes de ciberseguridad, los sistemas basados en satélites pueden seguir funcionando sin interrupciones. Esto se traduce en una continuidad operativa valiosa para operadores logísticos que trabajan con cronogramas ajustados y requieren certezas sobre el estado y ubicación de sus activos. En un país donde las distancias y los factores climáticos suelen jugar un rol determinante, contar con este respaldo tecnológico es una ventaja competitiva.
De acuerdo con el informe “Satellite IoT Market Analysis” elaborado por OMDIA, se espera que las conexiones IoT vía satélite alcancen los 29,9 millones hacia 2030. Este crecimiento se apoya en la eficiencia energética de los dispositivos, la reducción del costo de implementación y la expansión de constelaciones satelitales accesibles. Para la Argentina, donde buena parte del desarrollo económico se despliega en zonas de baja densidad poblacional, esta tecnología representa una oportunidad concreta para federalizar el acceso a la inteligencia de datos.
La irrupción de soluciones IoT por satélite no solo mejora la logística en zonas remotas, sino que contribuye a cerrar la brecha digital entre los centros urbanos y las periferias productivas. Al permitir que cualquier empresa, sin importar su ubicación, acceda a datos en tiempo real, se habilita un nuevo modelo de competitividad. “La democratización de la conectividad es clave para el desarrollo económico equitativo”, afirman desde Myriota. Esa visión, aplicada al transporte y la distribución, puede marcar la diferencia entre una logística adaptada al siglo XXI y un modelo que aún depende del azar y la intuición.