El 1° de junio comenzó a regir un nuevo incremento en los impuestos a los combustibles líquidos en Argentina, dispuesto a través del Decreto 368/2025. Esta actualización implicó una suba promedio del 1% en los precios de la nafta y el gasoil, y forma parte de un esquema de ajustes parciales que el Gobierno ha venido aplicando de forma mensual. No obstante, según lo adelantado en el propio decreto, este mecanismo de postergaciones concluirá en julio, momento en el cual se implementaría el aumento completo acumulado por los trimestres aún no actualizados.
YPF, la principal operadora del mercado, fue la primera en trasladar esta suba a los surtidores. La nafta súper en sus estaciones de servicio en la Ciudad de Buenos Aires pasó a costar 1.184 pesos por litro, mientras que la nafta premium se ubicó en 1.403 pesos. El gasoil, por su parte, tiene ahora un valor promedio de 1.190 pesos por litro. Estas cifras reflejan el impacto inicial del ajuste fiscal, pero también anticipan un escenario de mayores subas en los meses siguientes, conforme se regularicen los tributos pendientes desde 2024.
En la región metropolitana de Buenos Aires, el incremento específico del impuesto para la nafta fue de 13,88 pesos por litro, y en el caso del gasoil, de 10,57 pesos. Para las zonas patagónicas, donde rige un tratamiento fiscal diferencial según la Ley 23.966, el aumento fue más moderado: 5,72 pesos por litro en el caso del gasoil. Esta segmentación impositiva busca contemplar las particularidades logísticas y climáticas de cada región del país, aunque mantiene una lógica de actualización homogénea a nivel nacional.
Recuperación en las ventas
En paralelo al ajuste tributario, los datos de ventas muestran ciertos signos de recuperación. En abril de 2025, el despacho de combustibles líquidos alcanzó los 1.323.216 metros cúbicos, lo que representó una suba interanual del 2,1%. Fue el segundo mes consecutivo con crecimiento, tras una serie de quince caídas mensuales. No obstante, al compararse con marzo, se registró una baja del 6%, lo cual sugiere una recuperación aún inestable.
Dentro del segmento de las naftas, el comportamiento fue dispar. La nafta súper experimentó un leve aumento interanual del 0,7%, revirtiendo una tendencia negativa que se extendió por cinco meses. En cambio, la nafta premium mostró un desempeño más dinámico, con un crecimiento del 19,8%. Este contraste evidencia un cambio en los hábitos de consumo, con una mayor preferencia por los productos de mayor octanaje en determinados segmentos del mercado.
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En cuanto al gasoil, los resultados también fueron mixtos. Mientras el gasoil común retrocedió un 8,1% en términos interanuales, el gasoil premium logró crecer un 11,3%. Esta diferencia puede vincularse tanto a factores estacionales como a decisiones de consumo en sectores con mayor poder adquisitivo o necesidades técnicas específicas, como el transporte de cargas de larga distancia. La tendencia sugiere que los consumidores priorizan calidad y rendimiento en contextos de precios volátiles.
A nivel de participación de mercado, YPF continuó liderando con una cuota del 55,4% y una suba interanual del 3,4%. Le siguieron Shell, con el 24,4% de las ventas y un crecimiento del 7,7%, y Axion, con el 12,5% del total y un alza del 5,5%. Estos datos indican que, pese a la liberalización progresiva del mercado, las principales marcas siguen conservando posiciones dominantes, probablemente gracias a su infraestructura, capilaridad y programas de fidelización.
Más flexibilidad para las estaciones de servicio
En línea con su política de desregulación, el Gobierno nacional derogó la resolución 314/2016, que obligaba a las estaciones de servicio a informar los cambios de precios en un sistema centralizado dentro de las ocho horas posteriores a la modificación. Mediante la Resolución 717/2025, publicada recientemente en el Boletín Oficial, se eliminó esta exigencia bajo el argumento de que “la supervisión estatal directa de precios es innecesaria en un mercado libre”.
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Según el texto oficial, esta medida apunta a “reducir la carga burocrática y fomentar la competencia en el mercado energético”. Desde el Ministerio se argumenta que los consumidores hoy pueden acceder a los precios de los combustibles mediante múltiples herramientas digitales, como aplicaciones móviles o redes sociales, lo que volvería redundante la intervención estatal en la publicación de precios. A su vez, se advierte que la información homogénea obligatoria podría facilitar acuerdos de precios entre competidores, reduciendo la competencia efectiva.
El Gobierno sostuvo además que el Sistema de Información Federal de Combustibles, vigente desde 2004, continúa operativo y permite monitorear la evolución del mercado mayorista. De esta forma, se asegura la disponibilidad de datos relevantes para el análisis sectorial sin imponer cargas adicionales a las estaciones de servicio minoristas. Con este marco regulatorio más flexible, el mercado argentino de combustibles avanza hacia un esquema más descentralizado, en el que la fijación de precios y la competencia quedarán progresivamente en manos del sector privado.