Por: Gabriel Perez Gerente de desempeño Ambiental en Andreani Grupo Logístico y Miembro de la Comision de Sustentabilidad de CACE, y Romina Verstraete BD y Marketing Manager en Quintino Material Handling Solutions, Subdirectora de la Comisión Logística de CACE
Cuando hablamos de logística, como parte de un sector más amplio, podemos decir que existe un consenso en las estadísticas globales acerca de que el transporte (en todas sus formas) es responsable de aproximadamente el 24% del total de las emisiones globales de carbono. (1)
A su vez, aquellos que estamos inmersos en la industria logística también coincidimos en que existe cada vez más conciencia sobre el impacto que produce nuestra actividad y la necesidad de gestionarlo.
Es central y relevante, porque para llevar adelante nuestro trabajo demandamos energía en diversas formas: energía eléctrica para la gestión de procesos en almacenes y combustible para el transporte de larga distancia y última milla. También generamos scrap y utilizamos packing, que terminan repercutiendo en otros recursos naturales.
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Es por esto que, al momento de armar una estrategia de descarbonización, lo primero que debemos pensar es en medir de dónde partimos. Conocer las distintas fuentes de origen que generan las emisiones redundará en una estrategia más clara y focalizada para su reducción. Dependiendo del tipo de empresa, el foco estará puesto en reducir el consumo de combustible en el transporte, la energía eléctrica en los almacenes, etc.
Sin embargo, a medida que las empresas incrementan su ambición climática y maduran en la contabilización de sus propias emisiones, comprenden que gran parte de la huella de sus productos y sus servicios sucede fuera de la frontera de sus operaciones, a lo largo de la cadena de valor, dónde la logística es central y relevante.
Si hablamos de energía, por ejemplo, cuyo principal origen es de fuentes fósiles y cuya quema es una de las principales causantes del calentamiento global, los inventarios de emisiones consistirán en un listado integral de fuentes y emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) cuantificadas (GEI), resultante de las actividades y/o servicios de una organización, expresado en equivalentes de dióxido de carbono (CO2).
Al hablar de este tipo de energía, debemos hablar de 3 alcances para su gestión en una empresa (2):
- Emisiones directas de fuentes controladas por la empresa.
- Emisiones generadas fuera de la organización pero consumidas dentro de esta, por ejemplo la energía eléctrica adquirida de la red.
- Las emisiones que suceden en la cadena de valor, aguas arriba y aguas abajo, con menor control por parte de la empresa, o no asociadas al proceso directo. Son las más difíciles de contabilizar y gestionar, y existen más de 15 categorías (gestión de viajes de colaboradores, emisiones del ciclo de vida de los insumos, logística tercerizada, etc.).
Dicho de otro modo, la logística en todos sus procesos es generadora de emisiones del tercer tipo de alcance para quienes nos confían sus productos y, justamente, es este tipo de alcance el verdadero desafío, ya sea en su dimensionamiento, en su medición o en su gestión.
Si a los dadores de carga le sumamos los destinatarios, clientes de nuestros clientes, la sustentabilidad (o la ausencia de ella), impacta no sólo en la reputación sino también en la experiencia de marca. El tipo de vehículo que se usa, el tipo de packing asociado, la posibilidad de ofrecer compensación de las emisiones, son atributos que empiezan a formar parte de dicha experiencia.
Particularmente para quienes gestionamos la sustentabilidad en nuestras organizaciones entendemos que se trata de gestionar el contexto, los riesgos y las oportunidades. Es la gestión de aquellos temas que pueden poner en riesgo al negocio en caso de ser desatendidos.
En relación a cómo mapear los riesgos y oportunidades, destacamos una de las metodologías y plataformas de rendición de cuentas más aceptada, que es la que propone CDP (Carbon Disclosure Project) (3). Resulta muy práctica pues distingue principalmente dos tipos de riesgos (que pueden dar lugar a oportunidades si se gestionan en forma temprana). Ellos son:
- Los riesgos físicos,aquellos que ¨se sienten en la piel¨. Es decir los riesgos del impacto del clima sobre nuestras operaciones, como temperaturas extremas y olas de calor prolongadas con impacto sobre almacenes con temperatura controlada, inundaciones que provocan cortes o anegamientos de rutas y caminos, y otros eventos extremos.
- Los riesgos de transición, que se relacionan con nuevas regulaciones ambientales que impliquen restricciones, multas, impacto en la reputación de marca por no gestionar, pérdida de clientes por no estar a la altura de sus propias estrategias ambientales, entre otras.
Ambos son importantes y deben ser gestionados.
Teniendo todo esto en cuenta, concluimos que la logística es parte del problema y de la solución, que debe medir sus impactos y que forma parte de una cadena de valor dónde múltiples actores ya comienzan a medir, gestionar y definir estrategias de reducción y necesitan que la logística acompañe.
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¿Cómo pasar a la acción?
Lo primero es entender que podemos tomar dos posturas: esperar sentados que llegue la tecnología o solución ideal, o entender que ya existen muchas soluciones al alcance de la mano para ser más eficientes. Más eficientes significa menor uso de recursos. Menor uso de recursos es cuidar los costos, y ser más sustentables. La ecuación comienza a cerrar. Vamos a los ejemplos.
Cuando gestionamos sustentabilidad en la actividad logística, vemos 3 pilares o campos de actuación, todos complementarios entre sí, donde las iniciativas no compiten, se potencian dinámicamente. Esto nos recuerda que en logística la constante es el cambio; por eso la importancia de sostener la acción en el tiempo, aceptando cambios de mejora para adaptarse y reflejar realidades y aprendizajes que performan constantemente el plan original.
- Infraestructura y procesos: revisando la contracción de las cadenas de valor y la importancia de la trazabilidad estandarizada, como medio de optimización de materias, y sobre procesos a mejorar. A través de toda la cadena de valor, todo lo que implique disminuir consumibles, inkless, paper less, cartón less, plastic less, es una gran ganancia para el planeta, y sostenibilidad económica para las empresas, y optimización de tareas para los colaboradores. Trabajar en el flujo ininterrumpido de los ID y sus trackeos puede aportar enormes mejoras.
Una de las grandes deudas de nuestro rubro es la logística inversa, que hoy conlleva procesos muy improductivos desde todos los puntos de vista. Desde la distribución, hasta la intralogística de regresar a ser un sku nuevamente, más allá de la solución para el buyer.
En lo que hace al transporte, también hay que considerar la oferta disponible de alternativas, siempre considerando un mix de soluciones de acuerdo a la matriz energética con la que contamos como país. Existen soluciones locales de biocombustibles con cortes superiores a los que se comercializan, y ya hay casos probados de éxito en su funcionamiento.
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Fomentar el uso de GNC, sumar telemetría para monitoreo de hábitos de conducción, suplementos aerodinámicos para reducir el uso de combustible.
- Tecnología: en plena cuarta revolución industrial, la visión artificial, la IA para reconocimiento de contenidos, o incluso adelantarse a la etapa de packing para fusionarla con la operación de picking genera grandes ganancias en tiempos y resultados, pero hay que planearlo y acomodar procesos rompiendo tradiciones, con tecnologías como el autopacking. Los ejemplos son infinitos. A través de la computer visión, podemos aprovechar la infraestructura de cámaras y enseñar a partir de imágenes a detectar ineficiencias que pueden dar lugar a decisiones sobre ahorro de energía, de insumos y otros recursos.
La cultura de la transformación digital es el inicio de un cambio genuino y consciente de las organizaciones, para que no solo sean campañas de green marketing. Quienes gestionan la sustentabilidad deben encontrar en los equipos de tecnología socios para dinamizar las soluciones que hacen más eficientes el uso de los recursos naturales (menos combustible, energía, insumos, etc). A su vez, los equipos de IT deben incorporar en sus casos de negocio las ¨ganancias¨ ambientales para incorporar en los repagos de un proyecto.
- Personas: detrás de la tecnología y los procesos hay personas que toman decisiones, que conducen vehículos, que utilizan de forma más o menos eficiente la energía. La clave es trabajar sobre los hábitos en base a datos. De nuevo, los equipos de data analytics son clave y deben interactuar con los equipos de sustentabilidad. No hay tecnología o infraestructura que sea eficiente si por detrás no hay personas y líderes convencidos acerca de que gestionar con impacto, con un propósito más allá del beneficio económico.
Ahora bien, no todas las organizaciones cuentan con los recursos, ni equipos y deben priorizar. Cuando gestionamos esta agenda también consideramos el tamaño y maduración de cada organización, su realidad económica y su capacidad de incorporar las mejores prácticas. Desde la Comisión de Logística y el Grupo de Proyecto Estratégico de Sustentabilidad de la Cámara Argentina de Comercio Electrónico (CACE), así lo entendemos. La CACE promueve el crecimiento de la economía digital en emprendedores, PyMES y empresas; impulsando el desarrollo sostenido del país y todas sus regiones. En estos dos Grupos de Trabajo articulamos para crear contenidos para todos sus socios entendiendo que la logística sustentable es un valor transversal a todas las actividades económicas.
Uno de los primeros pasos a dar es entender cómo, desde lo cotidiano, administrar mejor los recursos, entendiendo por ejemplo cómo gestionar la factura de luz para ser un consumidor consciente. Si bien no todas las organizaciones pueden empezar con grandes planes para gestionar la sustentabilidad, siempre puede darse el primer paso de forma gradual. Quizás no sea económicamente viable para una pequeña empresa colocar paneles fotovoltáicos o el repago sea demasiado extenso. Pero si está al alcance comenzar a gestionar la energía desde los hábitos, pequeños automatismos, y un tema no menor, cómo medir y controlar las tarifas de energía.
Nota completa publicada en Revista Énfasis edición noviembre 2024. Ingresá aqui.