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Descarbonizando la economía global

El Cambio Climático Global (CCG) es el factor externo clave que ha comenzado a influir en la economía del mundo y lo hará aún más en el futuro. Es probable que los impactos más graves sean económicos y sociopolíticos; interrupción de las Cadenas Globales de Suministro (CGS) y el flujo de bienes a medida que el clima extremo interfiere con las operaciones de producción, rutas de envío y rutas comerciales.

 |   1 de diciembre del 2022
Descarbonizando la economía global
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Por: Xiomara Velásquez Monroy (*)

Se estiman impactos desestabilizadores en los gobiernos ante crisis de refugiados por el desplazamiento de millones de personas debido al aumento del nivel del mar, por bienes escasos como el agua potable, por el surgimiento de gobiernos nacionalistas que intentaran proteger a los suyos en un mundo de creciente crisis climática, razón por la cual el ejército de EE. UU., ve el CCG como uno de los mayores riesgos geopolíticos del futuro previsible.

Se ha argumentado que el momento de mitigar el CCG ya pasó, que Descarbonizar la Economía Global para 2050 es casi que imposible, y que no se logrará el objetivo del Acuerdo de París de limitar el calentamiento global a 2 °C, y mucho menos a 1,5 °C, que hay que centrarse en la adaptación, no en la mitigación. Sin embargo, aunque la adaptación será sin duda necesaria, la mitigación sigue siendo imperativa. Esto, porque si no se logra eliminar las EGI, el aumento de las concentraciones en la atmósfera solo acelerará e intensificará los impactos del CCG, con el inconveniente que no serán lineales con las concentraciones. Esto significa que los impactos podrían ser de órdenes de magnitud mayores que en el escenario de 2 °C.

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A nivel global, una cuarta parte de todas las emisiones de GEI provienen de la generación de energía, específicamente electricidad y calor. El transporte, incluidos automóviles, camiones, aviones y buques, representan una séptima parte. La agricultura representa una cuarta parte de todas las emisiones de CO2, impulsadas principalmente por el uso de fertilizantes nitrogenados y la liberación de metano en la producción de carne.  La producción de acero y de cemento, representan otra quinta parte de las emisiones. Finalmente, el 6 % de las emisiones provienen de la construcción. Transitar hacia una economía global sin carbono básicamente implica llevar a cada uno de estos sectores a cero emisiones netas. Los cinco sectores identificados tendrán que sufrir una disrupción fundamental sin carbono “Descarbonizarse”. Para tal, con innovación y mejoras masivas en cero emisiones y tecnologías limpias.

 Energía

La quema de combustibles fósiles para producir electricidad y calor representa el 25 % de las emisiones globales de GEI. La extracción, el refinado y el procesamiento de combustibles son responsables de otro 10 % de emisiones globales de GEI. El petróleo, el gas natural y el carbón son materias primas fundamentales para todo, desde el transporte hasta la petroquímica y los procesos industriales, como la producción de acero. En 2014, para la generación mundial de electricidad se requirió 40 % de carbón, 22 % de gas natural, 16 % de energía hidroeléctrica, 11 % de energía nuclear, 6 % de energías renovables (principalmente solar y eólica) y 3 % de petróleo. Sin embargo, el carbón en general sigue representando más de un tercio (37 % en 2020) de la generación de electricidad a nivel global, impulsado principalmente por una mayor producción en China, el mayor generador de electricidad del mundo.

En 2018, doce países produjeron el 25 % o más de su electricidad a partir de reactores nucleares. Para 2020, había 440 reactores comerciales de energía nuclear en funcionamiento en todo el mundo. Sin embargo, la participación de la producción mundial de energía nuclear se ha mantenido estable en un 10 %. En Francia, donde el 75 % de la electricidad proviene de reactores nucleares, el plan energético del país reduce la proporción de energía nuclear al 50 % para 2035, con planes para retirar catorce de los reactores más antiguos. EE. UU. tiene la mayor escuadra de reactores del mundo, con una edad promedio de cuarenta años, muchos reactores enfrentan el cierre; en los últimos veinte años solo se ha construido un reactor nuclear en los EE. UU. En general, las plantas nucleares en todo el mundo son un stock de capital en depreciación. El costo de construir nuevos reactores es muy alto y el plazo para construirlos es demasiado largo para competir con otras fuentes de energía sin subsidios.

La energía solar, tiene posiblemente el potencial más disruptivo para el sector de servicios eléctricos. La demanda global en rápido aumento, en gran parte debido a la regulación e incentivos gubernamentales de apoyo, continuará impulsando el volumen, reduciendo el precio y haciendo de la energía solar la solución más rentable. A nivel mundial, es la fuente de energía renovable de más rápido crecimiento y se espera que continúe liderándolo en el futuro. Para 2050, las energías renovables representarán casi el 50 % de la generación de electricidad mundial, con la energía solar a la cabeza. No obstante, aunque el futuro es brillante para la energía solar, como ocurre con la eólica, el desafío de la intermitencia representa una barrera importante para su adopción generalizada. La intermitencia es un problema grave: el sol no siempre brilla y el viento no siempre sopla. Para completar una transición de energía limpia, se requerirán cambios sustanciales en la infraestructura eléctrica que faciliten la transmisión y el almacenamiento en una red altamente distribuida.

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 Transporte

El transporte es la fuente más visible de emisiones de GEI. Sin embargo el sector representa solo el 14 % de las emisiones globales de GEI. Cuando se trata del sector del transporte, los automóviles generan la mayor parte de las emisiones de CO2. Para hacer transitar hacia un economía sin carbono la industria global automotriz es fundamental eliminar las emisiones de GEI durante el uso de estos vehículos, lo que cada vez parece más probable que ocurra a través de la electrificación. La preocupación por el impacto de los combustibles fósiles en el CCG está impulsando a la adopción generalizada de vehículos eléctricos tanto los que funcionan con baterías como los que funcionan con celdas de combustible de hidrógeno.

Los vehículos eléctricos de batería hoy día ofrecen un kilometraje significativo entre cargas, pero la logística actual de estaciones no brinda la confianza necesaria al consumidor para realizar viajes largos, y no son la única tecnología de cero emisiones en el mercado. Las celdas de combustible, que se han utilizado en la exploración espacial desde la década de 1960, combinan el aire de admisión (oxígeno) e hidrógeno para crear una reacción química, enviando electricidad al motor e impulsado el automóvil. El único subproducto de esta reacción es el agua, que sale por el tubo de escape. En comparación con los autos eléctricos de batería, los autos eléctricos de celda de combustible ofrecen densidades de energía más altas y, por tanto, rangos más largos, así como tiempos de reabastecimiento de combustible más cortos (minutos en comparación con horas de los eléctricos). Una de las mayores barreras es el costo de su llenado, más del doble en los costos de combustible en comparación con los vehículos de gasolina, lo que inicialmente será prohibitivo para su tránsito hacia una economía global sin carbono.

Industria

La industrial es el impulsor clave del crecimiento económico. Históricamente, las emisiones de CO2 se han correlacionado con la expansión de este sector industrial. La fabricación requiere cantidades ingentes de energía térmica y, durante décadas, los combustibles fósiles han sido la principal fuente. El sector industrial representa el 21 % de las emisiones globales de GEI. La energía representa el costo operativo más alto para los fabricantes industriales. Las empresas ya tienen un incentivo natural para reducir estos costos. Sin embargo, el verdadero desafío está en los países en desarrollo, liderados por China e India, que han experimentado un crecimiento económico sostenido y continúan dependiendo en gran medida del carbón en los procesos industriales. Estos países en ascenso, y los que les siguen, determinarán en última instancia el tránsito hacia una economía global sin carbono.

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En cuanto a la producción mundial de acero, alcanzó 1900 millones de toneladas en 2019, y ha aumentado constantemente durante los últimos veinte años, impulsada en gran medida por China, que por sí sola representa el 53 % de la producción mundial, EE. UU., el 5 %, India el 6 % y Japón el 5,3 %. China ha influido fuertemente en la huella de carbono global del acero y podría influir en el ritmo al que se producirá el CCG hacia una fabricación de acero más limpia. En efecto, la producción de acero aporta el 6,7 % de las emisiones mundiales de CO2. El proceso de fabricación de hierro por sí solo representa del 70 al 80 % de las emisiones de GEI de la fabricación de acero y la mayoría de estas provienen del coque utilizado como materia prima.

En lo que respecta al cemento, es el segundo proceso industrial clave que requerirá de descarbonización significativa para transitar hacia una economía global sin carbono, representa el 7 % de las emisiones globales de GEI. Hoy día, el cemento Portland es el cemento más utilizado en todo el mundo para hormigón, mortero, estuco, etc. Esto se debe a la alta disponibilidad de piedra caliza, esquisto y otros materiales naturales de bajo costo utilizados en el proceso de fabricación, el cual, libera en forma de gas CO2 y requiere de carbón, gas natural o petróleo para tal. De hecho, el carbón continúa siendo el combustible y la materia prima de elección en la mayoría de las plantas a nivel mundial para su fabricación con 70 % participación, seguido del petróleo (16 %), gas natural (8 %) y combustibles alternativos (biomasa, 6 %). Se estima que el cambio del carbón al gas natural podría reducir las emisiones de CO2 en la industria del cemento hasta en un 40 %.

Petroquímicos

La fabricación petroquímica representa el 7 % de las emisiones globales de CO2. Los productos químicos de alto volumen que consumen más energía y carbono son el amoníaco, el etileno y el propileno. Los combustibles fósiles proporcionan la energía térmica necesaria para su obtención, lo que genera importantes emisiones de GEI. China es el único país que produce olefinas y aromáticos a partir de la gasificación del carbón, un proceso termoquímico que lo descompone en sus propiedades químicas. Esto se debe en gran parte al acceso del país a abundante carbón de bajo costo. Las emisiones de carbono en todo el mundo de la producción química casi se duplicaron entre 2000 y 2018. A medida que el mercado global de plásticos continúa creciendo, más se necesitarán reducciones significativas para compensar el aumento de las emisiones inherente a la expansión de la industria. En general, la energía consumida en las plantas petroquímicas se divide en combustión de combustible, 60 %; consumo de energía de vapor 35 %; y consumo de energía, 5 %.

 Construcción

Los edificios residenciales son fuente importante de consumo de energía y de emisiones de GEI. Cada uno tiene su huella de carbono, con emisiones resultantes de las operaciones dentro y fuera del sitio. Las emisiones vinculadas a la construcción de edificios se denominan “Carbono Incorporado”, que se define como el CO2 que se emite a partir de la extracción, fabricación y transporte de materiales de construcción. La electricidad consumida por el edificio es otro contribuyente importante a la huella de carbono. Se estima que la construcción y operación de edificios residenciales y comerciales en todo el mundo representa el 36 % del uso de energía final y el 39 % de las emisiones GEI relacionadas con la energía y los procesos. Estudios pronostican que el consumo de energía global de los edificios aumentará en un 1,3 % cada año entre 2018 y 2050. A nivel mundial el consumo total de energía de los edificios residenciales es un del 73 %.  A medida que crece el tamaño de los apartamentos, también lo hacen las demandas de calefacción y refrigeración de espacios.

Las tecnologías introducidas para brindar comodidad y conveniencia están contribuyendo a un mayor uso de energía en el hogar. Una vez que los lujos, los electrodomésticos y los dispositivos electrónicos personales, como los televisores, se encuentran en todos los hogares traen consigo sus propias demandas de energía. El acceso a la energía y la adopción de nuevas tecnologías ha impulsado el consumo de energía residencial en todo el mundo. Se estima que el consumo de electricidad de los electrodomésticos y pequeños dispositivos de carga, como televisores y computadoras, ha crecido casi un 3 % cada año desde 2010.  Hoy día, el uso de aire acondicionado se concentra en unos pocos países, pero según estudios, dos tercios de los hogares de todo el mundo podrían tener aire acondicionado para 2050, y China, India e Indonesia representan la mitad de esos hogares. El uso continuo de gas natural, carbón y petróleo para calentar y cocinar en los hogares de todo el mundo también contribuye a el aumento del consumo de energía y las emisiones de GEI.

 Agricultura

La agricultura está en la primera línea de la batalla contra el CCG. Es una de las razones por las que se pretenden mitigar las emisiones de CO2. El sector de la agricultura, la silvicultura y otros usos de la tierra representa el 24 % de las emisiones mundiales de GEI, y la agricultura representa el mayoría de ellos. Para esta industria, la descarbonización incluye no solo las emisiones de CO2, sino también la reducción de las emisiones de metano (CH4) y óxido nitroso (N2O), que representan el 22 % y el 82 % de las emisiones globales de GEI de la agricultura. El Metano y el óxido nitroso son los más potentes GEI. El mayor desafío de esta industria en tránsito hacia una economía global sin carbono es que cada día se requiere de aumentar sustancialmente la producción agrícola para poder alimentar a una población mundial en crecimiento. En 2020, se estimó que la población mundial sería de casi 7800 millones de personas.

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De acuerdo con las “Perspectivas Agrícolas 2018-2027” de la FAO el aumento del ingreso per cápita en los países en desarrollo impulsará la demanda de carne de res y productos lácteos. La expansión global de la ganadería, particularmente la producción de lácteos y carne, y la producción de piensos para apoyar este crecimiento, conduce a mayores emisiones de GEI. Así lo demuestra el aumento de las emisiones de gases distintos del CO2 (CH4 y N2O) de casi un 1 % cada año entre 1990 y 2010. Se estima que las emisiones de N2O agrícolas podrían crecerán entre un 35 % y un 60 % para 2030 debido al aumento del uso de fertilizantes y la producción de estiércol. El metano de origen ganadero podría aumentar un 60 % para 2030 si las emisiones de CH4 aumentan en proporción a los aumentos previstos en el número de cabezas de ganado. De igual forma, la agricultura representa el 70 % de las extracciones de agua dulce en todo el mundo. En todo el planeta, enfrenta escasez regional de agua que puede reducir los rendimientos agrícolas y dificultar significativamente el acceso a agua limpia y potable. La crisis mundial emergente del agua se está acelerando a medida que el CCG tiene un impacto negativo tanto en el suministro de agua como en el rendimiento agrícola.

 Conclusión

El desafío que enfrenta el mundo es abrumador y requiere en el transcurso de unas pocas décadas un cambio profundo en grandes sectores económicos. Es probable que los impactos asociados con el cambio climático global crezcan exponencialmente a medida que aumentan las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera. Millones de personas más en las áreas urbanas de la Tierra experimentarán condiciones de sequía. Crecerán los riesgos de incendios forestales, fenómenos meteorológicos extremos y especies invasoras. Transitar hacia una economía global descarbonizada requieres de un esfuerzo integral en todas las naciones y mercados. Es el momento de unirnos como ciudadanos globales para resolver este problema. La pandemia global de 2020 ha aumentado la conciencia de la humanidad como catalizador necesario para motivar la coordinación y la acción mundial. La capacidad humana para la innovación y el cambio crearan un futuro más lucido y sostenible.

(*) Profesional en Finanzas y Negocios Internacionales. Analista-Consultora en Cadenas Globales de Suministro.

Nota  completa publicada en Revista Énfasis edición noviembre 2022. Ingresá aqui.

 

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Marizú Olivera Orquera

Lic en Comunicación Social, redactora y periodista. Encargada editorial en Énfasis Logística 2021.

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